Feminismo


Martes 15 de mayo 2018 9:30 hrs.


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El soleado 24 de octubre de 1975 fue un largo viernes para la mayoría de los hombres de Islandia: el 90 por ciento de las mujeres de la gran isla no fueron a trabajar y paralizaron al país por completo. Ese viernes se recuerda como el “El Día Libre de las Mujeres”.

Desde el viernes 27 de abril, la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile está tomada. Cuelgan lienzos que dicen “hermana, yo sí te creo” y “queremos espacios seguros para todas”. El pasado viernes 11 de mayo miles de personas marcharon bajo la consigna #NiUnaMenos, afirmando que “no es lo mismo ser loca que loco” y exclamando “ya no quiero tener miedo de caminar por la calle sola de noche, ¡basta!”. Este miércoles 16 de mayo, la Confech convocó a una marcha y paro nacional por “una educación no sexista”.

Pero aun así, algunos como Rafael Gumucio caracterizan el movimiento feminista que se está viviendo en Chile como “de mujeres solteras sin hijos ni demasiado problemas económicos”. Sostiene que el movimiento se aleja de las demandas del feminismo histórico. Pero me parece un entendimiento profundamente erróneo de lo que se esta viviendo ahora en Chile.

El movimiento feminista llegó para quedarse. Ya no tiene que ver solamente con la educación, no tiene que ver solamente con el abuso o el acoso sexual. Tampoco tiene que ver con frenar las discriminaciones o los femicidios. El movimiento feminista está demandando un profundo cambio social y cultural en Chile y en el mundo. Y este movimiento es particularmente simbólico por su extensión. Como dice Nicolás Grau, “es la mitad de la población la que vive el abuso de forma cotidiana”.

No me gusta hablar de feminismo porque creo que los hombres tenemos tanto que aportar como las mujeres. Y es por esto que las acciones como convocar a una toma no separatista, como lo hicieron en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, es decir, que puedan participar mujeres y hombres, es tan potente y significativo. Este tipo de acciones se deben replicar en otra instancias, como lo hicieron hoy en la Facultad de Economía de la misma universidad, donde la Secretaría de Género y Sexualidad convocó a un “taller de contextualización feminista para compañeros”.

Pero este movimiento también se trata de actuar de forma oportuna y no solo oportunista, como acota Sylvia Eyzaguirre. Políticamente resulta muy atractivo respaldar a un movimiento con un apoyo tan transversal, pero la clave está en transformar esta bandera de lucha en acciones concretas. Esto tiene que ver con fomentar políticas de igualdad salarial, implementar normas que sancionen el acoso y abuso sexual, y legislar para asegurar una plena igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

Como ese soleado viernes en Islandia, la toma que empezó el viernes 27 de abril en la Facultad de Derecho, o la marcha de #NiUnaMenos del pasado viernes 11 de mayo, marcaron el inicio de un movimiento pingüino 2.0, pero que no se enfoca en los vicios de una larga dictadura, si no en los vicios de una sociedad que ha normalizado la desigualdad y discriminación de género históricamente.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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