El último informe de la Organización Mundial de la Salud publicó el ranking de las ciudades más contaminadas de américa. Coyhaique se encuentra en el primer puesto debido a las malas condiciones que tiene el aire. Luego le siguen Temuco, Andacollo, Padre las Casas, Osorno y Rancagua.
El crecimiento del parque automotriz, el funcionamiento de las calderas industriales, la calefacción con leña o combustibles fósiles y la cotidiana despreocupación han construido un escenario desfavorable para las comunidades que habitan territorios con características morfológicas que impiden una buena ventilación.
La acción reactiva frente a episodios de contaminación del aire es habitual, ya que la acción preventiva requiere de grandes inversiones, que en el caso de ciudades como Los Ángeles, no se han producido, aun cuando dicho municipio lleva tres gobiernos consecutivos luchando por la aceptación y posterior aplicación de un plan de descontaminación para la ciudad.
Solo durante el año pasado se vivieron 67 episodios críticos en Los Ángeles, una comuna que ya ha naturalizado este fenómeno, tal como lo ha hecho Temuco, Coyhaique, Rancagua y Santiago, entre otras.
Por lo mismo, es que se abre el debate si será necesario o no sancionar a quienes enciendan una estufa a leña, o que el terminar con la calefacción de este estilo pasa por la planeación y el desarrollo de programas que se anticipen a este escenario que por años hemos visto.
Según ha planteado Anahí Urquiza, Antropóloga de la Universidad de Chile experta en medio ambiente, la contaminación del aire también responde a factores de segregación social, ya que la menor capacidad de aislación de las viviendas genera que dichas familias tengan que encender sus chimeneas para calefaccionar sus casas.
Según la experta, las políticas públicas y planes de descontaminación debieran considerar el concepto de pobreza energética que vincula factores socioeconómicos, con las condiciones de calefacción y ahorro energético.
Aun cuando en nuestro país los indicadores en este sentido se ven borrosos -ya que todavía en muchas ciudades ni siquiera se resuelven el problema sobre la utilización de energías limpias para calefaccionarse- los países llamados desarrollados se encuentran en discusiones de eficiencia y equidad sobre el confort. Chile se encuentran lejano a aquello puesto que existe incapacidad incluso de llegar a aplicar planes de descontaminación enfocados en los territorios.
La física de la contaminación
Las características morfológicas de las ciudades con mayor índice de contaminación son similares: cuencas rodeadas de cerros que mantienen el aire contaminado concentrado en una especie de recipiente.
Ernesto Gramsch, físico de la Universidad de Santiago, ha explorado la inversión térmica como el factor que más incide en la contaminación del aire durante el invierno. Esto porque “lo normal es que el aire caliente está más cerca del suelo, porque cuando llega el sol calienta la tierra y ésta a su vez calienta el aire que está cerca del suelo. Entonces el aire cercano al suelo es más liviano y sube, ya que en altura el aire es más frío y más denso. Esa forma es ideal para descontaminar. Pero en la noche y cuando es invierno, la tierra se enfría y el aire cercano a ella también y las emisiones que se producen en la noche se quedan con el aire frío abajo, y es con este fenómeno que aumenta la concentración”.
“Esto varía espacial y temporalmente, de esa manera se pueden diseñar los planes de mitigación para reducir la contaminación. En Santiago los mayores episodios de contaminación se producen durante la noche, en el sector bajo de la capital, por las emisiones nocturnas, puesto que en estos casos el aire frío contaminado queda suspendido cercano al suelo, mientras la capacidad de ventilación desfavorable de la cuenca aumenta el problema manteniendo el aire contaminado en suspensión”, explicó el experto.
Con esta explicación, que sin duda manejan las autoridades del medio ambiente, se podría tomar una determinación sobre la necesidad de cada ciudad respecto a la densidad de cada población y la necesidad de calefacción que se requiere. Dicha inversión y planeación tendría que considerar un tiempo y una estructura de renovación de la forma de calefacción con el fin de que se produzca un recambio energético.