Crisis profunda


Miércoles 30 de mayo 2018 9:53 hrs.


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Señor Director:

En la serie interminable de abusos de poder, estafas, malversaciones del dinero del Estado, engaños a los consumidores, trafico de influencias, y otros muchos delitos y corrupciones, no podía faltar la  última cuenta del rosario que ha sido el caso Karadima y, por extensión, el escándalo de la  Iglesia Católica chilena , uno de los más sonados, sino el más sonado , de los que han afectado a esta institución mundial en la época actual.

 No  hablamos aquí de una fatalidad pues lo más normal hubiese sido que en el contexto de una sociedad completamente desquiciada como la nuestra  una de las instituciones que habría podido poner un poco de sensatez es justamente la que representa la principal creencia religiosa en Chile. Si eso no ha sido así es simplemente porque el desquiciamiento general ha alcanzado también a la alta jerarquía de esta institución, cuya escala de valores no parece diferenciarse de las más prosaicas que rigen los negocios y cuya política de frotarse con los poderes fácticos  y de reclutar individuos lumpezcos se ha convertido en la norma.

 Pero no perdamos de vista lo esencial. La sociedad chilena de los últimos 45 años no solo ha dado la espalda a todo lo que culturalmente se había construido sino que después de haber caído en las tinieblas de la brutalidad asesina de la dictadura ha continuado pendiente abajo con unos gobiernos que no tienen de civiles que el nombre pues ellos no solo no han correspondido  a la definición de la civilidad (« observación y respeto de las buenas maneras en la vida social ») sino que han diversificado las formas de aplastarla.

 Estamos así lejos de atravesar un simple periodo de reacción conservadora como ya han existido en nuestro país  y que, tan bien que mal, habían sido superados. La crisis por la que atravesamos es significativamente más profunda y , posiblemente, ella se convierta en irreversible, si las pocas fuerzas positivas( araucanos, jóvenes ) no logran hacerse escuchar.

 

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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