Señor Director:
Ha formado parte de las noticias este último tiempo, el caso de los dos jóvenes chilenos detenidos en Malasia, Felipe Osiadacz y Fernando Candia, quienes están siendo imputados por un posible homicidio, tragedia que se castiga con pena de muerte, en ese país. El delito que está siendo investigado, pasó hace ya 9 meses, cuando ambos acusados se encontraban en un viaje “Working Holiday”: “Felices en Kuala Lumpur, los amigos fueron a un bar cercano y volvieron de madrugada al hotel. Apenas suben al ascensor para ir a su habitación, se produce una fuerte discusión con un hombre que acompañaba a una mujer. En ese momento, uno de los chilenos logra reducir al malayo con una llave de fuerza, sujetándolo con fuerza sobre el suelo. En ese momento, el tipo sufre un paro cardiorrespiratorio que termina con su vida”. (La Tercera PM)
El caso sigue abierto, y tiene fecha máxima de juicio para el mes de agosto. Cabe decir que el veredicto ha sido pospuesto desde el momento que ocurrió el hecho, hasta el día de hoy.
Analizar este caso, nos ha llevado a cuestionarnos temas tales como los derechos humanos, las relaciones internacionales o diplomáticas, derecho internacional, pena de muerte, diversidad cultural y la capacidad de tolerancia entre distintas culturas. En efecto, si bien existiría un orden mundial, en que los países asumen ciertos acuerdos, igualmente, hay contextos donde las regulaciones son muy distintas entre países y culturas diversas. Lo que para algunos puede ser normal y aceptado, para otros, sencillamente no lo es. Así de simple. Y es este el caso al que los dos chilenos se ven enfrentados en el día de hoy, ¿Qué podemos esperar?, ¿Cómo se podría resolver este conflicto? Supongamos el tema al revés. ¿Aceptaríamos que otro país se entrometiera en las decisiones legales que legítima y válidamente regulan nuestro país, aun cuando estén involucrados ciudadanos de su país? El tema no es fácil de resolver. Entonces, ¿por dónde se puede avanzar? En un mundo cada vez más global, los espacios para conocer, comprender y empatizar con otras culturas se van haciendo cada vez más necesarios y urgentes. Estos espacios deberían ir más allá de los que existen actualmente para aprender de otros y fomentar una cultura mundial basada en la tolerancia, diversidad y respeto por la dignidad de cada persona. Los derechos universales declarados por las naciones unidas van por este camino. Sin embargo, la aplicación y cómo se entiende este derecho puede ser distinto entre una cultura y otra. Y parece que este es precisamente el caso. Esto es una clara muestra de cómo las leyes en un país y la interpretación de los derechos universales, reflejan la diversidad entre culturas.
Dada una reflexión en torno a este tema, llegamos a la conclusión de que vivimos en sociedades distintas, con culturas y leyes diferentes, mientras más separados estemos entre las culturas y más desconocimiento haya entre unas y otras, mayor será la dificultad para resolver un conflicto. La empatía y la tolerancia cultural son elementos claves que están en la base para resolver tensiones y dificultades. Por eso, la resolución del conflicto de los dos chilenos en Malasia se ve tan difícil de resolver.
Las leyes de un país, reflejan su cultura y como está conformada su sociedad. Acá tenemos dos sociedades distintas con leyes disímiles. Chile ha sido un país donde históricamente se han priorizado las libertades individuales, no es así el caso de Malasia, donde se prioriza el orden social por sobre libertades que para nosotros son inviolables. Podemos ver leyes como lo es la pena de muerte, legalizadas en su constitución, lo que da muestra de culturas distintas, que entienden de diferente manera el mundo. Si bien, el hecho que esté legalizada la pena de muerte en un país, en estricto rigor, no pasa a llevar el derecho a la vida, igualmente, nos da que pensar y nos refleja una sociedad en que se permite, el penalizar y el castigar utilizando algo tan valioso e intocable como lo es la vida para nuestra cultura y para nuestra sociedad.
“En Malasia, han seguido aplicándose la pena de muerte preceptiva por delitos como los de tráfico de drogas, asesinato y disparo de armas de fuego con la intención de matar o herir en ciertas circunstancias. También han continuado las ejecuciones a lo largo del año, sin que hubiera aún ningún procedimiento específico para la notificación de las ejecuciones previstas.” (Amnistía Internacional)
En cambio Chile, cuenta con una constitución donde específicamente en el Capítulo III, “Derechos y Deberes Constitucionales”, se priorizan valores como el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona, la igualdad ante la ley (no existe la esclavitud), el derecho a defensa jurídica (toda persona imputada de delito tiene derecho irrenunciable a ser asistida por un abogado defensor), la libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, el derecho a la libertad personal y seguridad individual, la libertad y la vida del que está por nacer. (Biblioteca del Congreso Nacional de Chile)
Y estos sólo por nombrar algunos extractos del capítulo III de nuestra constitución, donde podemos entender, claramente, como en nuestro país, el valor de la libertad toma mucho protagonismo y más aún, cuando se compara con otros países, como lo es en este caso el país asiático.
Esto nos da cuenta de una sociedad con valores y una concepción muy distinta a la nuestra. Una cosmovisión diferente reflejada en sus leyes y en su forma de actuar frente a una determinada situación, es por eso que es inevitable un enfrentamiento cultural que finalmente, lo que hace es poner en jaque las relaciones internacionales y diplomáticas de ambos países.
Por otro lado, hay que considerar que, las leyes forman una opinión en las personas. La constitución de un país, nos constituye como sociedad, es por eso que también es necesario enfrentar el conflicto desde la opinión de la gente.
Durante el mes de mayo, la noticia se mostró muy vigente en redes sociales y es en twitter principalmente, donde pudimos rescatar algunas opiniones de usuarios chilenos.“Hay dos vidas en peligro por acontecimiento que no justifica castigo, no hubo ningún atropello ni afán de daño. Jóvenes chilenos en Malasia. Ruego respetuosa al Honorable señor Jefe de Estado de Malasia Don Mahathir Bin Mhamad su mano toque su corazón. Agradecido mi país saluda”, “A mí me parece que si en #Malasia le hacen daño a los chilenos detenidos injustamente”, “Es increíble cómo ni siquiera se le han suministrado las vacunas necesarias a los jóvenes chilenos durante estos 7 meses…justicia!” (@pensamientcomn)
Comentarios como estos, nos muestran un fuerte descontento frente al tema y a como se esta llevando el caso. Mientras tanto en Malasia, penalizar de esta forma, siempre ha sido parte de sus leyes y no es tema que dos jóvenes vayan a la horca por homicidio.
Casos como este, de alguna manera ponen a prueba nuestra capacidad de tolerancia y empatía, invitándonos a no quedarnos solo con la idea de un enfrentamiento cultural, sino que ir más allá y ver esto como un problema que necesita solución No es para nada deseable suponer que sólo nuestra visión es la que debe primar por sobre otra, tampoco caer en el pensamiento de que una cultura es superior a otra, sino aprender y aceptar las diferencias.
Entender y empatizar con otra cultura, que a veces puede ser incluso contraria a la propia, implica entender el sistema valórico y moral del otro y abrirse a la construcción de acuerdos y sinergias desde la propia identidad de cada uno. Para eso es necesario abrir espacios de conversación y traducir conceptos, logrando una gramática común. Debe ser un verdadero ejercicio empático basado en la confianza y en la apertura a nuevas maneras de entender y concebir las relaciones humanas y del entorno. Los países deberían hacer esfuerzos pedagógicos con sus propios ciudadanos, para que comprendan que, al ir a otros países, se requiere entender, comprender y respetar culturas diferentes, aceptando que vivimos en un mundo diverso y complejo. Es necesario introducirnos a nuevas realidades y aprender, para que de esta forma podamos avanzar y crecer en diferencias, en un mundo global como este.
Sofía Julio, Clara Ossandón y Amanda Pérez
III° SSCC Manquehue.
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