Señor Director:
Los países del Grupo de Lima presentarán una resolución sobre la crisis política y social de Venezuela durante la próxima Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que se celebrará en Washington el 4 y el 5 de junio. Según informaron este sábado fuentes diplomáticas, representantes del Grupo de Lima, que agrupa a 14 países de América, están manteniendo reuniones para consensuar el tono de la resolución que llevarán a la Asamblea General, el foro político más importante del organismo. La aprobación de una resolución sobre Venezuela serviría para establecer el criterio de legalidad y legitimidad del continente americano con respecto al gobierno de Nicolás Maduro y, dependiendo de su alcance, podría llevar a cambios en las relaciones diplomáticas, imposición de sanciones y restricción de visados. Uno de los objetivos es rechazar las elecciones del 20 de mayo, en las que Nicolás Maduro fue reelegido como presidente y el grueso de la oposición llamó a la abstención, que llegó casi al 54%, el índice más alto en las presidenciales venezolanas de las últimas dos décadas.
A lo anterior se suma que el ex embajador de Chile en Venezuela durante el gobierno de Michelle Bachelet, Pedro Felipe Ramírez, se refirió a la polémica elección presidencial en dicho país, instancia en que Nicolás Maduro obtuvo la victoria, lo que Ramírez calificó como “fraude” y de Gobierno “dictatorial y corrupto”
Frente a lo anterior, cabe reflexionar sobre los dichos del politólogo Samuel P. Huntington quien decía: “Cuando un norteamericano piensa sobre el problema de construir el gobierno, no se enfoca a la creación de autoridad y de acumulación de poder, sino más bien a la limitación de la autoridad y a la división de poderes”.
Quizás la animadversión histórica de U.S.A. a gobiernos socialistas se deba en parte a que dicha cultura choca con la de los países latinoamericanos tradicionalmente inspirados en gobiernos estatalmente fuertes, e hiperpresidencialistas que algunas veces rayan o en el populismo o en lo totalitario.
Estas raíces culturales pueden ser refrendadas por los dichos de Woodrow Wilson quien manifestaba: “El pueblo inglés, ha estudiado durante largo tiempo y con éxito el arte de poner freno al poder ejecutivo a expensas de descuidar el arte de perfeccionar los métodos ejecutivos. Ha ejercitado más el arte de controlar que el arte de vigorizar al gobierno. Ha estado más preocupado por hacer que el gobierno sea justo y moderado que porque sea, bien organizado y efectivo”.
Es de esperar que en Venezuela no se agrave aún más la situación económica, y la gravísima crisis humanitaria. Pero es de esperar que con el mismo ahínco el grupo de Lima reflexione sobre lo que ha sido la historia de América latina y en particular la de Chile.
En efecto, en Chile sin ir más lejos, el Departamento de Estado de Estados Unidos desclasificó documentos años atrás, relativos a la política exterior del Gobierno de Richard Nixon entre 1969 y 1973. Los documentos revelan diálogos de los días posteriores al triunfo electoral de Salvador Allende el 4 de septiembre de 1970, en los que Nixon le pide al secretario de Estado Henry Kissinger “hacer gritar a la economía” de Chile para impedir la confirmación de Allende en el poder. En ellos se revela además que Nixon solicitó “pegarle a Chile en el trasero” por la nacionalización del cobre.
En este sentido un poco de memoria histórica nos vendría bien para no tildar tan ligeramente el régimen de Maduro como dictadura y aprender de nuestra propia historia y la de Estados Unidos. Sin embargo lo positivo de todo es que la resolución pedirá al Gobierno de Maduro que permita la entrada de ayuda humanitaria y que restaure la plena autoridad de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora. Esta es una buena medida y permitiría aliviar la situación en dicho país.
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