Señor Director:

Llegó la hora de que Carabineros vuelva a respetar a la ciudadanía y construya autoridad moral sobre la base del reconocimiento espontáneo de quienes aprecian patentemente la legitimidad de sus acciones y decisiones. Llegó la hora de que el Gobierno deje de confundir la subyugación del antisocial ante el poder por medio del ejercicio de la violencia, con la colaboración espontánea del ciudadano honesto ante quien reconozca como autoridad legítima. Llegó la hora de que tanto Carabineros como las Fuerzas Armadas se hagan cargo de su corrupción interna, de las mafias que operan en ellas, del tráfico de favores e influencias, de su tráfico de drogas y armas, de su malversación de fondos públicos, de su abuso de poder tanto interno como hacia sus compatriotas, de la fabricación de evidencias, de las vejaciones sexuales, de la represión injustificada ante expresiones democráticas pacíficas, de la persecución abusiva del más débil y su lenidad ante el criminal poderoso, de la negligencia de sus autoridades en el procurar una adecuada definición de procedimientos y formación de su tropa; en suma, que la Ley sea espejo de su Honor. Llegó la hora de que el Presidente haga uso del exceso de poder que nuestro sistema hiperpresidencialista le otorga, para sanear la institucionalidad del ejercicio del monopolio de la fuerza en pos de la transparencia, el equilibrio de poderes y la rendición responsable de cuentas. Llegó la hora de superar la pereza regulatoria de la instituciones armadas. Llegó la hora de tomar en nuestras manos nuestra reeducación en la civilidad de la convivencia. Así nos ahorraremos, de paso, la instigación fatua a someternos ante quienes muchas veces resultan no mucho menos delincuentes.