Señor Director:

Quien le escribe, aun no ha tenido el placer de conocerlo, pero no faltará el día que nos encontremos personalmente y pienso, que menos tiempo tendremos para hacer amistad. Nos detendrá  solo el tiempo de una empanadita, un vaso de vino tinto y un recuerdo de lo vivido.

También soy un jubilado: en tiempos de la dictadura,  era un estudiante de la U de Chile, casado y con una hijita de un año (mas otro hijo que nació el 11 de Diciembre 1973) trabajaba en la Editora Quimantú;  me buscaron y aprisionaron acusado de “proselitismo político” (ni siquiera el juez militar sabía qué significado tenía esa frase) pero era un designado a la muerte y tuve la gran suerte, que un grupo de Suizos que estuvo en esos días, visitando las cárceles de Pinochet, me eligió entre los primeros 5 exiliados políticos chilenos en Suiza.

Terminé estudios de periodismo y he trabajado por años en la TV-Suiza (desde el 1980 estoy inscrito en el registro profesional de periodistas suizos y ese es mi gran orgullo) Aun sigo viviendo en Suiza, pero cada año viajo a Chile (por nostalgia y algunos familiares) y Cuba (donde puedo aún servir de ayuda a la causa) después vuelvo a Suiza donde viven mi hijos y nietos. De esos amigos suizos aún me “aprovecho” cada vez que encuentro un proyecto de ayuda a quienes realmente lo necesitan de nuestro explotado continente.

Por eso, entiendo su quehacer quotidiano y de haber contribuido (como usted piensa poco) con “un granito de arena” a la causa y , créame amigo mío, no es nunca poco: lo que usted ha contribuido es mucho…, mucho mas de ese granito, lo suyo es un ejemplo grande para el presente y las generaciones futuras: ese “granito tendrá sus frutos”.

Un abrazo fraterno,