Señor director:
He leído con emoción tu nota de despedida. Es cierto, ya había anunciado su retiro. Sin embargo, no dejó de provocarme una sorpresa, cargada de sentimientos contradictorios. Contigo se nos va un baluarte. Se nos va un compañero imprescindible. Eso me pone triste, pero se va a un muy bien ganado retiro junto a los suyos. Eso me alegra mucho.
Yo tengo cuatro hijos y nueve nietos y trabajé 25 de mis 30 años en Alemania en la TV. Actualmente hago clases de español. Por ello creo que comprendo en toda su magnitud sus sentimientos. Me alegra mucho que dé ese paso. Me entristece el tener conciencia que no saldrá más al aire tu voz y tus certeros y combativos comentarios. Bienvenido al club de los abuelos que están mimando a sus nietos. Creo que usted sabe que queda un vacío que nadie podrá llenar. Porque personas como tú son irrepetibles.
Estas mal hilvanadas palabras pretenden decir: muchas gracias por toda esa cálida compañía y amistad que nos brindaste a quienes nos tocó el destino del exilio. Hemos hecho un camino unidos por nuestros ideales, separados solo por la geografía. Le deseo una muy larga vida, llena de salud y de dicha junto a su familia.
Un fuerte y cordial abrazo de un compañero fiel a la radio y a sus comentarios, que han sido mi nexo con Chile.
¡Salud!
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