“Migraciones en Chile: una Oportunidad Ignorada” es el libro que escribió el actual Jefe de Departamento de Extranjería y Migraciones, Álvaro Bellolio, en 2014, junto al último ministro de Relaciones Exteriores de Pinochet Hernán Felipe Errázuriz. En el texto los autores resaltan el valor de la inmigración, la oportunidad que ignoraba Chile, en la época, y la necesidad de apreciar las ventajas de la migración selectiva.
Bellolio ha tenido la oportunidad de analizar y pensar las migraciones desde distintas aristas. Como estudiante, académico, director de una fundación y, finalmente como Jefe del Departamento de Extranjería. Desde su cargo logró implementar la Visa de Oportunidades, el único elemento del paquete de nuevos visados que es cien por ciento de él, como nos comentó alguna vez. En este nuevo visado podemos ver plasmada la mirada de Bellolio sobre las migraciones.
El jefe de extranjería entiende la migración como un proceso selectivo, pero de fronteras abiertas, aunque suene ilógico. Pasamos a explicar. En una entrevista concedida a “Qué Pasa” en 2014, expresaba que su idea es tener fronteras abiertas en el sentido de no impedir el libre acceso, proponiendo premios y generando incentivos para que las renovaciones de visas tengan ciertas prioridades según algunos criterios. Pero no poniendo barreras a la entrada, sino a la renovación de visas, que es lo que hacen, por ejemplo, Canadá o Nueva Zelandia, expresó. Afirmó además que estos países “tienen una inmigración muy importante, allá los inmigrantes son una parte muy dinámica de su economía, y gracias a ellos han solucionado temas de capacitación, de empleo en áreas donde no existía suficiente oferta, natalidad…”.
La visa de oportunidades muestra un poco eso, aunque la contingencia y las concesiones para sacar adelante su chiche lo obligaron a establecer barreras de entrada. Está orientada a trabajadores profesionales o inversionistas. Se solicita fuera del país, ya que la idea es evitar el control fronterizo, con una serie de antecedentes, antes de pasar por un sistema de puntaje, que es lo que evalúa si el PROFESIONAL es apto o no para migrar a Chile.
Seremos enfáticos, el sistema es discriminador porque lo que busca es calificar al obrero-migrante según la edad, idioma, la experiencia, el oficio y el territorio que quiera habitar; estos dos últimos puntos son, los que según el actual jefe del DEM, más puntos entregan, de acuerdo con lo que expresó en la entrevista concedida al Diario el Mercurio el pasado 29 de julio.
Lamentable es que el actual gobierno vea lo positivo de la migración como un elemento económico, esa mano de obra barata y calificada que llega a suplir las falencias y las carencias de profesionales en ciertos lugares de Chile. Pero no han sido sólo ellos, el anterior jefe de extranjería siempre intentó “vender” la migración en términos de beneficios económicos.
Reconozco y valoro el intento por encausar la migración e intentar poblar y dotar de profesionales zonas extremas, pero ese es un problema del centralismo del país, que se intenta solucionar con la migración, pero que a la larga, mientras no pensemos el país de otra manera, seguirá siendo lo mismo.
El resultado de la postulación pasa por una fórmula mágica que determina si pueden entregarte o no la visa. ¿Arbitrario el proceso? ¿Poca transparencia? Aclaramos que invitamos al director de extranjería a conversar a la radio, para que nos explicara aquí en Chile a Todo Color la visa, pero no tuvimos respuesta alguna.
Pero aprovechamos esta instancia para contarles a las nuevas autoridades que la migración no se controla. El libre desplazamiento es un Derecho Humano. La gente migra hacia donde hay mejores oportunidades y, cuando estas dejan de presentarse, migrarán a otra parte. Sucede internamente. Sucede alrededor del globo. Sucede desde que el hombre piso la tierra.
¿Hay países que pueden controlar la migración? Sí. Pero aclaro de inmediato que o son islas, o invierten miles de millones en control fronterizo. No estamos en ninguno de esos escenarios y no hay que apuntar hacia allá. Olvidemos por un instante lo bueno o lo malo de la migración. Olvidemos el PIB, los impuestos, las tasas de reemplazo, rejuvenecer la población y una larga lista de etc. Concentrémonos en que, por años, personas de América Latina, principalmente, han pensado en Chile como un país donde construir su hogar. A pesar de que les chocan muchas cosas nuestras. Dialoguemos desde nuestras diversidades y reconozcamos las propias. Convivamos, compartamos y creemos un país distinto, partiendo por pensar que Santiago no sea el ombligo del mundo.