Después del auge de los gobiernos antineoliberales en América Latina, la derecha ha retomado la iniciativa y ha desatado una fuerte contraofensiva de restauración neoliberal. Ese movimiento ha empezado con la violencia de la oposición y el aislamiento internacional de gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela. Ha seguido con la victoria electoral de Mauricio Macri en Argentina. Ha continuado con el golpe en Brasil que destituyó a Dilma Rousseff. Tuvo un nuevo episodio con la derrota de la consulta popular convocada por el gobierno de Evo Morales sobre la posibilidad legal de ser candidato a un nuevo mandato presidencial. Y se ha completado con la reversión del gobierno de Lenin Moreno que, elegido por la izquierda y con el apoyo decisivo de Rafael Correa, cambió de rumbo rápidamente y adhirió al movimiento de restauración conservadora en el continente.
Este año es decisivo para los rumbos futuros de América Latina, en particular por las elecciones en dos países de más peso en la región: México y Brasil. En México se dio la victoria de la izquierda, con la elección de López Obrador. Pero ese país podría quedar aislado y no representar un cambio significativo para el conjunto de la región, dependiendo del resultado electoral en Brasil.
El viraje conservador en el continente tuvo, en el golpe del 2016, un momento determinante, al sumar a la derrota de la izquierda en Argentina, otro gobierno de derecha, desarticulando el eje que había sido el soporte fundamental de los avances en los procesos de integración latinoamericana. Desde aquel momento los dos gobiernos han pasado a ser referencia del nuevo panorama latinoamericano, con predominancia de gobiernos de derecha.
De ahí viene de ahí también la importancia latinoamericana e internacional de las elecciones brasileñas de este año. En caso de que la derecha lograra, a través de nuevas trampas y violencia institucional, mantenerse en el gobierno, el viraje hacia la derecha se proyectaría como un proceso consolidado y de largo plazo. En caso de que, al contrario, como se puede prever ahora, la izquierda brasileña vuelva al gobierno, cambia la correlación de fuerzas en América Latina, con los gobiernos de México y Brasil pasando en tener un rol protagónico en retomar los procesos de integración continental.
La probable nueva victoria de la izquierda en Brasil, además del inmenso significado que tendría dentro del país, frenando la más brutal ofensiva de la derecha y, al mismo tiempo, comenzando un proceso de reconstrucción nacional con un programa antineoliberal, significaría que, en principio, la contraofensiva conservadora habrá sido revertida en América Latina.
El conjunto de las últimas elecciones presidenciales, a pesar de los triunfos de la derecha en Chile y en Colombia, principalmente, significaría el retorno de los gobiernos antineoliberales, interrumpido con la ofensiva de la derecha. En caso de que se confirmara la proyección del triunfo de la izquierda en Brasil, Lula volvería a proyectarse como el más importante líder popular del continente e incluso de toda la izquierda, volviendo a tener un rol de dirección estratégica para el futuro de la izquierda en el mundo.
Asimismo, Brasil reasumirá inmediatamente su rol en los Brics, propiciando la recuperación de los procesos de integración latinoamericana en el marco de ese proyecto de construcción de un nuevo orden mundial.
El fracaso estrepitoso del gobierno Macri dificulta mucho su proyecto de reelección en 2019, aunque no sea caro qué tipo de candidatura pueda predominar en la oposición. En Bolivia, aunque enfrentando dificultades más grandes de las que tuvo en las elecciones pasadas, Evo es favorito para ser reelecto. Lo mismo puede ocurrir en Uruguay, quienquiera que sea el candidato del Frente Amplio.
De cualquier manera, una probable victoria de la izquierda en Brasil, sumada a la de México, tendría seguramente consecuencias sobre el conjunto del continente y los destinos de varios países. Sería posible frenar el proceso de desarticulación de la integración latinoamericana, que afecta duramente al Mercosur, a Unaur y a Celac y dar un nuevo impulso y amplitud a esos procesos.