Plebiscito de 1988: Viva el SÍ y el NO

  • 01-10-2018

 

Este 5 de octubre se cumplen tres décadas del plebiscito, acto que contemplaba la Constitución Política de 1980 para que la ciudadanía definiera si quería extender el mandato de la dictadura por ocho años más (1990-1998) o si se llamaba a elecciones presidenciales y parlamentarias conforme a nuestro régimen republicano.

El resultado es por todos conocidos; se impuso el NO por poco más de 55% de los votos.

El contexto del proceso eleccionario, el desarrollo de ambas campañas y la posterior votación por supuesto que no estuvo exento de polémica, temores y dudas que adornaron un referéndum que a la larga resultó impecable en términos del ejercicio cívico.

No me referiré al fenómeno de las recordadas franjas electorales, la demora en emitir los boletines de resultados, el exceso de confianza del gobierno militar y de su candidato, el general Augusto Pinochet, y los centros de escrutinios paralelos que se instalaron con apoderados que en bicicleta llevaban los reportes, pues lo anterior es parte de nuestra sabrosa historia de la transición.

Deseo destacar el triunfo que tuvo el plebiscito para todo Chile sin importar si se votó por el SÍ o el NO y el ejemplo al mundo de una de las transiciones más peculiares del continente en un escenario absolutamente incierto.

Lo primero es que el régimen era una dictadura que se instaló por la fuerza, lo que evidentemente generó rechazo y división; segundo, están las denuncias de desaparecidos, las protestas callejeras y el desorden público; tercero, los exilios de dirigentes de diversas tendencias de oposición; cuarto, el auge económico que el país comenzó a experimentar producto de las reformas del equipo de Hacienda, y quinto, el rol de la Iglesia Católica en la búsqueda de la reconciliación y la paz social.

Con todas las condiciones mencionadas, los chilenos en esa época tuvimos un espíritu republicano de superación, futuro y acuerdos. Se reemplazó la fuerza por el poder del lápiz.

El triunfo del plebiscito le pertenece a todo el pueblo de Chile más allá del sufragio particular de cada uno en las urnas. El éxito del proceso permitió una transición pacifica donde los actores involucrados estuvieron a la altura de las circunstancias. Se aprendió de los excesos del pasado y se nos dejó una máxima en nuestra alma: que nunca más la división entre compatriotas termine con imposiciones, ni menos con armas.

Todos podemos salir a la calle a celebrar y todos podemos hablar y opinar con autoridad acerca de este gran suceso. Ningún sector político es dueño del plebiscito, menos la izquierda extrema que por mucho tiempo, sobre todo en los ’80, estuvo por la vía armada antes que por la movilización pacífica y electoral. El plebiscito es un patrimonio cívico de Chile que debemos preservarlo como tal.

Enhorabuena el 5 de octubre de 1988, reivindica el espíritu republicano de Chile.

Elson Bórquez, es Ingeniero Químico y cientista político y actualmente ocupa el cargo de  vicepresidente del PRI Demócrata.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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