Mucho se ha hablado estos días sobre cambio climático y lo que podemos hacer las personas para detener su avance y contribuir al cuidado del medioambiente. Mientras los medios de comunicación nos instruyen sobre cuánto contribuye andar en bicicleta, apagar la luz, lavar la ropa con agua fría, menos se está hablando sobre la contribución de las distintas actividades productivas, tanto a la emisión de contaminantes como a la necesaria reducción del proceso de deterioro ambiental.
Me refiero a continuación al rol de la agricultura, una actividad productiva clave en Chile, no sólo por su contribución al Producto Interno Bruto y la generación de empleo, sino también para la seguridad alimentaria de quienes vivimos en ciudades metropolitanas, para una adecuada nutrición, para la identidad y el patrimonio natural del país.
La agricultura contribuye con una parte significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que están causando el cambio climático. Pero al mismo tiempo, la mayor variabilidad climática afecta negativamente los sistemas de cultivo y el ganado, aumentando la vulnerabilidad de los agricultores, sobre todo de los más pequeños, que ya son más vulnerables.
El sector agrícola enfrenta, en consecuencia, dos desafíos críticos: debe adaptarse al cambio climático, de manera tal de reducir la vulnerabilidad a sus impactos sobre la producción; y debe al mismo tiempo, adoptar medidas de mitigación para abordar las causas del problema y reduciendo la contribución de la agricultura a la concentración de GEI en la atmósfera. Tanto la adaptación como la mitigación son necesarias para crear un sector agrícola sostenible.
Tomar medidas es, en consecuencia, una tarea urgente, que requiere de mucha innovación y voluntad política, así como disposición del sector empresarial para invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías y formas de producción más eficientes. Requiere también de políticas públicas para apoyar a los productores más pequeños en su proceso de adaptación.
Así como en la agricultura, problemas y desafíos equivalentes enfrentan otras actividades económicas. Es momento de tomar conciencia sobre el tema y abordarlo desde sus causas estructurales. Bien por el fin de las bolsas plásticas, las ciclovías, el reciclaje domiciliario, la educación en un uso consciente de la luz y el agua doméstica, todo aporta, por cierto. Pero la mayor parte del problema lo causa el modelo de desarrollo económico predominante, que asigna al crecimiento un valor superior a todos los demás, incluido el respeto y cuidado al medioambiente.