Cuatro son las obras que el Ballet Nacional Chileno contemplaba para su temporada 2018 y este miércoles se estrena la última de ellas: Voces es una creación que el coreógrafo británico Ihsan Rustem ideó para la compañía luego de recibir una invitación de su director, Mathieu Guilhaumon, a mediados del año pasado.
“Fue una linda sorpresa, porque había escuchado muchas cosas maravillosas sobre la compañía”, dice en conversación con Radio Universidad de Chile, justo antes de iniciar una de los últimos ensayos antes del debut. “El mundo de la danza es un círculo muy pequeño, todos nos conocemos y el círculo de coreógrafos es aún más pequeño, así que varios de mis colegas habían trabajado aquí y me habían dicho cosas fantásticas”.
Con raíces turcas pero nacido en Londres, donde estudió en la Rambert School of Ballet and Contemporary Dance, Rustem se unió a la compañía Adventures in Motion Pictures, del coreógrafo Matthew Bourne, cuando tenía 17 años. Hace once años se estableció en Suiza y se convirtió en uno de los fundadores del Teatro Estatal de Ballet de Berna y del Teatro Tanz de Lucerna.
Luego ha trabajado con Les Ballets Jazz de Montreal y con la Hubbard Street Dance Chicago, por ejemplo, al mismo tiempo que es coreógrafo residente de la Northwest Dance Project de Portland, en Estados Unidos. Su calendario para 2019 contempla una intensa agenda repartida por ciudades de Europa y Estados Unidos.
Sin embargo, Voces es su primera experiencia en Latinoamérica. Se trata de una obra dividida en 13 episodios breves, en que la música va desde el Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi hasta piezas contemporáneas de música electrónica.
Es una obra que nació en sintonía con el contexto, dice Rustem: “La voz es una de las herramientas más poderosas que tenemos, pero también puede ser perjudicial, dependiendo cómo se use. Estaba pensando en el actual clima político, las redes sociales y todo aquello. Somos una generación que vive en la era del hashtag de Twitter. Hay muchos países, como Rusia o Turquía o Estados Unidos, donde sientes que la libertad de expresión está amenazada”, explica.
“Yo nací en Londres, pero mi familia es de Turquía y veo lo que está pasando en el país, pero también hay muchos países donde nuestras voces no son escuchadas y las palabras son suprimidas. Esto se manifiesta en grandes protestas, con rabia, pero también con la voluntad de luchar, con solidaridad. La gente se reúne y se levanta contra estas opresiones”, añade.
¿De qué manera usan sus voces los bailarines?
Hay un momento en el que alguien canta, hay un momento en el que alguien habla, también hay gritos o hay un momento en que se van a escuchar las voces pregrabadas de los bailarines, superpuestas con la música. Es un poco de todo.
La danza puede ser una disciplina muy abstracta y el tema de la voz tiene esta dimensión política que explicabas. ¿Cómo se relacionan ambos elementos en esta obra?
Hay momentos en que la voz de una mujer está literalmente siendo silenciada, hay cuatro hombres que la hacen callar y vemos su reacción física. Eso es muy claro, si pensamos sobre las protestas que están ocurriendo actualmente, especialmente en Estados Unidos, con mujeres tratando de encontrar su voz, levantarse y permanecer unidas. Hay momentos que son más literales visualmente, pero otros son más abstractos, son aproximaciones diferentes a la idea.
¿Cómo se relaciona esa dimensión política con el contexto de Chile y Latinoamérica?
Es muy evidente aquí, por supuesto. Como punto de partida tuve que comenzar con lo que estaba más cercano a mí, porque me tenía que relacionar en un nivel muy personal y no he vivido en una dictadura, pero claro que estoy consciente de la historia de Chile y creo que la gente puede relacionarlo. Sí, se puede relacionar.
¿Qué te gustaría que el público recuerde de Voces?
El arte es muy subjetivo y la forma en que entras a un teatro puede cambiar totalmente tu experiencia. No es igual si entras con la mente despejada y abierta o si entras después de un día de mucho trabajo. Lo que espero es crear un mundo donde la gente sea libre de observar las imágenes y el movimiento y de escuchar la música. No siempre tienen que entender todo, pero me gusta que surjan preguntas. La experiencia es tan única para cada individuo, que mi gran deseo es que el público venga y pase una hora en la que no piense sobre el mundo exterior, sino en este pequeño mundo.
Programación
Voces se estrena a las 20 horas de este miércoles 7 de noviembre y tendrá otras tres funciones, hasta este sábado, en el Teatro Universidad de Chile (Providencia 043, Metro Baquedano).
Las entradas tienen valores generales de ocho mil pesos, con descuentos para estudiantes, personas de la tercera edad y funcionarios de la U. de Chile.
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