El conflicto territorial de la Araucanía

  • 28-11-2018

La discusión que se ha suscitado entre si adoptar un enfoque de seguridad o uno de diálogo para abordar el conflicto indígena es estéril, pues ninguna de las dos estrategias apunta a enfrentar, ni menos aun resolver, las causas profundas de un conflicto que, entre sus múltiples connotaciones, tienen una evidentemente territorial.

Puestos a optar entre ambas alternativas, sin duda el diálogo parece una mucho más viable para comenzar a pensar en una solución de largo plazo. Pero no cualquier diálogo. Sino uno que parta por ponerse en el lugar del otro, en el reconocimiento y la valoración de lo que significa ser chileno y lo que significa ser mapuche.

Sabemos que, entre las muchas cuestiones que chilenos y mapuche entendemos de forma diferente, una clave es el valor que unos y otros asignamos a la tierra y al territorio.

Reconocer la dimensión territorial del conflicto indígena puede ser un buen punto de partida para comenzar a avanzar en una comprensión compartida de un problema que tiene múltiples causas y consecuencias. No es ni sólo un asunto de violencia y terrorismo, ni un problema de rezago socioeconómico y pobreza, ni del reparto de tierras, ni de falta de oportunidades económicas.

El territorio es el espacio, tanto físico como socialmente construido, donde todos estos múltiples problemas se expresan y configuran de manera particular, dando lugar a lo que conocemos como el conflicto indígena. Difícilmente podremos avanzar en una solución compartida de un problema, si ni siquiera somos capaces de construir una visión compartida del mismo.

Estas ideas no son sólo retóricas. Además de ser una abierta invitación al diálogo, tienen directa relación con las estrategias de política pública que es posible implementar para enfrentar el conflicto. Sobre todo en relación con la estrategia de seguridad, hemos escuchado estos días que la Araucanía no es distinta del resto del país. Abordar el conflicto desde un enfoque territorial es, justamente, una invitación en sentido opuesto, a reconocer la particularidad y la diferencia de un territorio con características culturales, identitarias, sociales y productivas únicas. Ya es momento de que comencemos a valorar esas particularidades, y busquemos en ellas las oportunidades para la solución de un conflicto más que las causas del mismo.

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Presione Escape para Salir o haga clic en la X