Fue 1949 el año en que Chile dio uno de los pasos más importantes de su historia con relación a la disminución de la brecha de género. El simple hecho de otorgar a las mujeres su legítimo derecho a voto en las siguientes elecciones presidenciales marcó un hito que, con el paso del tiempo, abrió el espacio para la participación femenina activa en la vida política.
“Para los estándares actuales significa algo demasiado obvio”, señaló Carmen Andrade, Directora de Igualdad de Género de la Universidad de Chile y ex ministra del Sernam. Sin embargo, hoy el panorama es diferente. Las mujeres se han manifestado por sus derechos, por lo mismo, la académica señaló que aún queda mucho por recorrer.
La evolución del rol de la mujer en nuestro país nos tiene 70 años después debatiendo sobre el derecho al aborto libre, pero al mismo tiempo vemos la cifra de tres femicidios apenas comenzado el año. En este sentido ¿cuánto hemos avanzado como sociedad realmente?
Depende con qué comparemos. Obviamente si yo miro hacia atrás, hace dos décadas, los avances son impresionantes. En materia de derechos políticos, laborales, en fin. Ahora, si comparo con el derecho a la igualdad, estamos todavía muy lejos. Entonces, depende con qué comparamos para decir si hemos avanzado mucho o poco.
Pero a pesar de la actual discusión por la igualdad de género, la cifra de femicidios pareciera que no responde al momento que estamos viviendo. ¿Por qué cree que se da este fenómeno?
Yo creo que la comparación no es con las cifras de femicidios. En términos de gravedad da lo mismo si es una mujer o son cientos, el hecho igual es brutal. Creo que la violencia de género no es posible erradicarla mientras se mantenga la desigualdad. Va a haber violencia de género en Chile y en el mundo mientras exista desigualdad de género. Es así de radical. Lo demás es suponer que los problemas sociales, que tienen bases estructurales, se eliminan sólo con nuevas legislaciones, y no es así.
El día que hombres y mujeres nos instalemos en la sociedad como iguales en dignidad y en derecho; recién ahí van a haber condiciones para que la violencia de género no se ejerza en su forma más brutal, como lo son los femicidios, o en sus formas cotidianas, que son igualmente graves.
Tras el voto femenino hubo casi una década de esfuerzo continuo por parte de un movimiento. ¿Cree que las demandas actuales deberán pasar por lo mismo?
Depende de cuáles. Tenemos la demanda de igualdad salarial; tenemos la demanda de aumentar significativamente el acceso de las mujeres pobres al mundo del trabajo, donde hay una brecha muy significativa; tenemos la demanda de que las universidades no sigan siendo segmentadas en áreas de mujeres y áreas de hombre. Entonces, cuánto falta para eso, yo creo que falta mucho. Nuestra meta es la plena igualdad.
Más allá de que estemos en un momento álgido del movimiento feminista, ¿ha habido un real compromiso por parte de los últimos gobiernos para cumplir con sus demandas?
Cuando uno mira la historia en Chile respecto de los derechos de las mujeres, aquí ha habido dos mecanismos fundamentales para cada una de las conquistas. Uno, la lucha de las mujeres. Y dos, las políticas públicas. No ha habido otros. Nosotras si pusimos temas en la agenda pública, sí logramos leyes y sí logramos políticas importantes. Entonces, ¿se han hecho cargo los gobiernos? En parte sí, o si no, no estaríamos donde estamos. Pero sólo en parte, no absolutamente.
¿De los últimos años de manifestaciones, que siente que ha quedado de concreto para que pueda ser recordado, tal vez, en 70 años más?
Yo tengo una discrepancia con quienes creen que el movimiento de mujeres se mueve por hitos y que hay que recordar hitos o momentos. El movimiento de mujeres ha sido un continuo que partió con las mujeres trabajadoras, con las más humildes. Yo prefiero mirarlo así, como una lucha constante e histórica. Hoy día han sido protagonistas las universitarias, ayer fueron las trabajadoras, o las que luchamos contra la dictadura. O sea, tiene mucho más que ver con un proceso social que con hitos que recordar. Eso sí, lo que quisiera que esté siempre presente, y no como un recuerdo, es la lucha constante de las mujeres.