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Javier Farías, el compositor que colabora con Andy Summers y Mike Stern

El músico chileno acaba de estrenar una obra en la que comparte con el jazzista estadounidense, que se suma a la pieza que escribió junto al ex integrante de The Police.

Rodrigo Alarcón L.

  Domingo 3 de marzo 2019 14:39 hrs. 
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Son casi 15 minutos y representan el encuentro de dos mundos diferentes. Fast paced guitars es una obra que el compositor chileno Javier Farías acaba de grabar y publicar junto a Mike Stern, guitarrista estadounidense que ha tocado con figuras como Miles Davis y Jaco Pastorius, además de desarrollar una destacada carrera como solista.

“Es una suite. Aunque luego hubo cambios en la instrumentación, originalmente la concebí para guitarra clásica y eléctrica, como una propuesta estética inusual, unificando todos los elementos que han marcado mi visión como músico, sobre todo la manera en la que me expreso a través de la guitarra”, explica desde Washington, donde se estableció en 2012.

Formado en la Escuela Moderna, Farías tiene un catálogo que supera las 80 obras, con particular predilección por la guitarra. Ha escrito para solistas, dúos, cuartetos y ensambles y también lo ha hecho para formaciones de cámara, orquestas sinfónicas y coros. El Carnegie Hall de Nueva York, el Teatro Colón de Buenos Aires y el Meistersaal de Berlín son espacios donde ha estrenado su música.

Fast paced guitars, sin embargo, se nutre de influencias que superan los márgenes de la guitarra clásica. “Hay elementos de jazz, con todos los espacios que dejé para que Mike Stern pudiese improvisar. Hay armonías y elementos de la guitarra flamenca, en la forma en la cual toco. Hay cosas de la electrónica, con la producción que hizo Sebastián Rebhein, y el rock también está de una manera muy explícita. Es un saludo a mis orígenes como músico: yo partí tocando guitarra eléctrica y quise incorporarlo de una manera simbólica, porque es lo que soy y nunca he dejado de ser”.

La obra, compuesta en homenaje a Gabriel García Márquez, es parte de Seis miradas por Latinoamérica, un proyecto que el músico ha desarrollado desde 2014 y consiste en una serie de composiciones que tributan a los ganadores latinoamericanos del Nobel de Literatura: además del autor de Cien años de soledad, contempla a Gabriela Mistral y Pablo Neruda (Chile), Miguel Ángel Asturias (Guatemala), Octavio Paz (México) y Mario Vargas Llosa (Perú).

De hecho, la pieza en torno a Neruda, Tres ideas sobre un poeta (2014), llevó a Farías a compartir créditos con Andy Summers, ex integrante de The Police. “Le escribí a su manager, le mandé mi música e inmediatamente quiso participar”, explica. “Él está muy vinculado a la guitarra clásica y sabía que podía interesarle esto de combinar la guitarra clásica y eléctrica. Cuando empecé a componer y a mandarle ideas, me dijo que le dejara la parte eléctrica a él, entonces la composición es de ambos. Recuerdo muy bien el sonido y el color de su guitarra, la originalidad de todo lo que hizo con The Police, entonces fue emocionante trabajar con quien es uno de mis más grandes referentes”.

¿Cómo hiciste el vínculo con Mike Stern y por qué te interesó trabajar con él?

El primer acercamiento fue en 2013, sabiendo que nunca había tenido relación con músicos que provengan de la tradición clásica. Lo que me atrajo fue situarlo en un escenario completamente diferente al que está acostumbrado.

En esta música no iba a tener una sección rítmica tradicional, como en el jazz. La música se sostiene, en general, en base a lo que hace mi guitarra. Las armonías se producen por arpegios o rasgueos no convencionales, no clasificables dentro de ningún tipo de acorde. Las rítmicas también son inéditas para él, porque no uso los patrones del jazz, no hay nada de swing y hay muchos cambios métricos, acompañamientos que se asimilan a la música flamenca. Desde el primer momento, era interesante exponerlo a esa situación: cómo desarrollar su propio lenguaje en un contexto armónico inusual.

Fast paced guitars fue concebida como una obra para el estudio de grabación, no para ser tocada en vivo. ¿Por qué?

Hay muchas razones. Hay una cuestión contractual, por ejemplo, porque la participación de Mike está solo supeditada a las sesiones de grabación que tuvimos. Otra razón es que mi música siempre ha sido grabada y estrenada por terceros, pero en este caso me di cuenta que tenía que ser tocada por mí, básicamente por la forma en que yo he desarrollado mi toque, muy influenciado por la guitarra flamenca.

Por otra parte, sería impracticable en vivo, sobre todo el primer movimiento. Tiene demasiado uso de samplers y sintetizadores y hay cambios de afinación entre medio. Los otros movimientos son más convencionales, pero lo concebí así desde el comienzo. Si quisiera reproducir fidedignamente todo lo que está en la grabación, necesitaría dos guitarras eléctricas, dos acústicas, una clásica, percusión, batería y electrónica.

Aprovecho esto para decir que la presencia de Sebastián Rebhein fue tan fundamental como la de Mike Stern. Fue el sostén de todo esto, porque llevó adelante toda la producción desde Chile y su dedicación fue igual a la mía. Su visión musical fue fundamental para que esto como suene de la manera en que suena.

Has dicho que quieres “instalar a la guitarra eléctrica con un rol más protagónico dentro de mi catálogo como compositor”. ¿De dónde viene ese interés?

Mi relación con la guitarra eléctrica empezó cuando tenía 12 años, me ha acompañado toda la vida. Mi primera experiencia fue en 1999, cuando la Orquesta Sinfónica Juvenil estrenó un concierto que hice para guitarra eléctrica y orquesta, dirigido por Guillermo Rifo. Él fue mi profesor de composición y fue fundamental para entender cómo las distintas corrientes se pueden mezclar naturalmente. Es algo que he mantenido a lo largo de mi carrera y más todavía desde que me vine a Estados Unidos. El jazz y el rock son muy valorados acá, hay muchos compositores doctos que también tienen proyectos de música popular. Es muy natural y me di cuenta que debía potenciar esa parte, aprovechar lo que representa la guitarra eléctrica para mí.

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