Se inicia la discusión parlamentaria sobre el proyecto de ley “Admisión Justa” presentado por el Ejecutivo, cuyo propósito central –no el único, por cierto- es establecer la selección académica de alumnos.
Muchas cuestiones podrían decirse al respecto, como de hecho está ocurriendo al revitalizarse el debate educacional que, como algunos ingenuos creían, se había clausurado con la serie de reformas del gobierno anterior.
Hoy, nuevamente, es tiempo de definiciones. El asunto es simple: se está a favor o en contra de que nuestro sistema escolar se estructure bajo el principio de la selección de estudiantes según su desempeño académico.
Somos de los que rechazamos este criterio, básicamente por dos razones.
Primero: la educación y la escuela son la expresión de una idea de sociedad y ser humano. Por consiguiente, a través del proyecto de ‘admisión justa’, en última instancia discurre un debate sobre el Chile que queremos y, más precisamente, sobre los principios sobre los cuales este se erige y reproduce.
El proyecto del presidente Piñera, devela su visión ideológica respecto de la educación, tal como lo hizo cuando se refirió a ella como una “industria”.
Los componentes centrales de su propuesta, en este caso particular, apuntan a estructurar una sociedad configurada en base a la segregación y la exclusión. Esto, por cierto, es brutal y la autoridad política se esmera en decirlo de la manera menos torpe.
Por ello se habla de “selección académica según el mérito”, que no es otra cosa que separar y concentrar a estudiantes aventajados en un tipo de escuelas y a los desventajados en otra. ¿Qué es esto sino segregación?
- Dewey el clásico filósofo de la educación estadounidense, ya a inicios del siglo pasado, demostró la profunda relación existente entre una sociedad democrática y la escuela.
El asunto es simple: si la sociedad en sí misma es diversa, la escuela debe reflejar aquello y enseñar a los estudiantes a convivir en esta heterogeneidad.
Por estos días el Presidente Piñera, a propósito de Venezuela, ha hecho gala de lo que él llama su profunda convicción democrática. Entonces nos preguntamos, ¿por qué nuestras aulas no pueden ser expresión democrática de la diversidad que existe en Chile?
La diversidad en educación está ligada inexorablemente a una “educación inclusiva” que incorpora a estudiantes pobres y ricos con o sin talento. Debemos construir un país y una escuela sustentados en los principios de la inclusión y no de la segregación; en la diversidad y no en la exclusión, conceptos que al parecer, no forman parte de las “convicciones democráticas” del gobierno.
Segundo. La ideología es una concepción de mundo que orienta las conductas prácticas de los seres humanos. Todos y todas, conscientemente o no, poseemos ideología.
Una cosa muy distinta es la “ideologización”, entendida como la distorsión de la realidad concreta, que da cuenta de un esfuerzo por omitir lo que dice la evidencia científica y hacer calzar la realidad en un esquema doctrinario previo y rígido, operando como dogma de fe.
El proyecto de ley “admisión justa” representa la extrema ideologización del gobierno, por cuanto omite y niega la realidad concreta del sistema escolar estudiada por la investigación científica.
¿Qué dice esta última? En una excelente columna[1] publicada hace pocos días, la Directora del Centro de Investigación para la Educación Inclusiva de la UCV, Verónica López, demostró cómo el gobierno manipuló el informe OCDE del 2015 para fundamentar el proyecto que hoy comentamos. Manipulación que operó bajo la vía de la omisión de información que el mismo informe OCDE presenta.
En lo esencial, este último indica que la “selección académica” contribuye escasamente a mejorar los rendimientos en la Prueba Pisa, advirtiendo además, que la selección académica es una forma de estratificación que atenta contra la inclusión académica.
La consecuencia de esta política es de una enorme gravedad para el país: aumenta la brecha del desempeño académico entre las escuelas a costa de los estudiantes aventajados y “amplifica en cinco veces las desventajas individuales de origen de cada uno de estos alumnos”, según el Director de la OCDE, citado por López.
La citada docente, en una reciente investigación empírica, demostró que, para el caso chileno, son dos las variables que más predicen el desempeño de los estudiantes: el nivel socioeconómico y la selección. “Los resultados de nuestro estudio muestran que por cada punto de aumento en la medida del nivel socioeconómico de los padres aumenta en más de 30 puntos el rendimiento en la prueba PISA de matemáticas, y que en aquellos establecimientos educacionales en los que la selección académica es siempre utilizada también aumenta en más de 30 puntos el rendimiento”.
Y agrega: “Vemos, entonces, cómo no da lo mismo tener o no tener estudiantes con buen rendimiento académico previo para obtener buenos resultados SIMCE. La diferencia es enorme y nada tiene que ver con el “valor agregado” de la escuela pues solo implica seleccionar a los estudiantes según las características de origen de sus familias”, sentencia.
Al mismo tiempo, la investigación identificó que la variable que sí aporta “valor agregado” y, por tanto, mejora el rendimiento, es el “ambiente escolar”, tensionando incluso el determinismo social derivado del nivel socioeconómico. Pero de esto nada dice “admisión justa”.
Nuestro sistema escolar mejorará, entre otras cosas, cuando, las políticas educativas se orienten por lo que dicen las investigación científica y no por la “ideologización extremista” del dogma de mercado, del cual el proyecto de “admisión justa” es un capítulo más.
[1] https://opinion.cooperativa.cl//opinion/educacion/la-seleccion-academica-atenta-contra-la-inclusion/2019-02-26/064311.html