Las razones del concierto por el derecho de vivir en paz

  • 19-03-2019

El domingo 24 de marzo, a partir de las 15:00 horas, se desarrollará en el Paseo Bulnes el concierto “Por el Derecho de vivir en paz” en rechazo a la agresión de Estados Unidos contra Venezuela, por el derecho del pueblo bolivariano a la autodeterminación y por la resolución pacífica de los conflictos. A continuación, proponemos siete razones por las cuales es imprescindible asistir.

Primera: Por la paz y la resolución no violenta de los conflictos

Es incuestionable que en Venezuela existe un conflicto político y social de una enorme envergadura, que se ha ido polarizando y acentuando su carácter confrontacional. La Administración Trump y el sector hegemónico de la oposición venezolana manifiestan en forma desembozada que “todas las opciones se encuentran sobre la mesa”, lo que obviamente significa que no desestiman los caminos del golpe de Estado, la guerra civil o la invasión militar del imperio. A ese camino se ha plegado con febril entusiasmo la derecha chilena y todos sus portavoces. Frente a este escenario, es imprescindible reivindicar la validez de la resolución no violenta de los conflictos, del diálogo político y la iniciativa diplomática. La paz es también resultado de un orden mundial basado en el respeto al Derecho Internacional y a los organismos que la humanidad se ha dado para garantizar los derechos humanos.

El Gobierno de Nicolás Maduro ha mostrado, en más de una oportunidad, su disposición favorable al diálogo y la negociación, y lo ha reiterado recientemente. Nadie que ame la convivencia pacífica de los pueblos puede dejar de respaldar ese empeño.

Con justa razón el concierto se denomina “Por el derecho a vivir en paz”. La paz es una aspiración por la que vale la pena ponerse en movimiento y pasar a la acción.

Segunda: Por la democracia en Venezuela

Desde que Hugo Chávez fue electo Presidente por primera vez, la oposición venezolana ha desconocido la legitimidad de las elecciones, con la obvia excepción de aquellas en las que se ha impuesto, sin haber logrado jamás acreditar ninguna duda sobre la transparencia de aquellos procesos electorales. En el fondo, se trata de una oposición de carácter golpista, que no pretende derrotar en las urnas el proyecto de la Revolución Bolivariana, sino que se ha propuesto su derrocamiento a través del uso de la fuerza, lo que ciertamente está en contraposición absoluta con los principios democráticos. Esa conducta opositora de erosionar la legitimidad de las instituciones republicanas es una de las causas principales de La polarización del conflicto político venezolano, en circunstancias que Venezuela es el país del mundo que más elecciones ha celebrado en los últimos 15 años. Los problemas que enfrenta una Democracia, incluso en una situación de crisis, solamente se pueden resolver con más Democracia.

Por cierto que no existe justificación, en términos de las normas y los procedimientos de las instituciones republicanas, para la existencia de un “presidente encargado”. Es incomprensible que, en nombre de la democracia, se otorgue reconocimiento como tal a una persona que carece de todo mandato originado en la soberanía popular.

Tercera: Por la defensa del principio de autodeterminación de los pueblos

En el último período se ha pretendido instalar la idea de que la situación en Venezuela es el problema principal de la humanidad, con lo que se ha autorizado a proferir toda clase de aberraciones en las redes sociales y los medios de comunicación. Una de ellas es que el principio de autodeterminación de los pueblos estaría caducado, no aplicaría en los casos de crisis humanitarias, o su enunciación era solo aplicable a los procesos de descolonización. Por cierto todo eso es falso. El principio de autodeterminación forma parte de la Carta de las Naciones Unidas y es la base de todos los pactos y los tratados internacionales. La “Proclama de América Latina y El Caribe como Zona de Paz”, suscrita por las Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC en enero de 2014 estableció “el compromiso de los Estados (…) con el estricto cumplimiento de su obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos”. Lo suscribió Sebastián Piñera en su primer Gobierno.

Cuando Víctor Jara escribió “El derecho de vivir en paz” fue en el contexto de la Guerra de Vietnam: la paz está en contradicción con la agresión e intervención imperial.

Cuarta: Para acompañar a los artistas que asumen el Canto Valiente como opción

En el concierto “Por el derecho a vivir en paz” participarán reconocidos artistas. Entre ellos, grupos de trayectoria y reconocimiento más allá de las fronteras de Chile, como Inti Illimani e Illapu. Otros, que fueron claves en la lucha contra la dictadura en los 80, como Sol y Lluvia, y creadores de la nueva generación, como Juanito Ayala, Villa Cariño, Banda Conmoción, Moral Distraída y Tomo como Rey. Hay bandas como Cholomandinga y trovadores como Carmen Prieto, Evelyn Cornejo y Francisco Villa. Pero todos tienen algo en común: una historia artística de coherencia con la idea de Víctor Jara en su inolvidable “Manifiesto”: “Canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”… Algo sustancialmente distinto al patético espectáculo en Cúcuta, llamado “Venezuela Aid Live”: un puñado de artistas venales, pagados por un multimillonario dueño de una transnacional, entre ellos algunos de los que visitaron repetidas veces el Chile de Pinochet sin decir ni una sola palabra sobre el terror y el crimen que azotaba nuestro país.

En el caso de los artistas que concurrirán al concierto “Por el derecho a vivir en paz”, observamos calidad musical y estética, reconocimiento social, voluntad de ponerse a disposición sin procurar una recompensa monetaria, y por sobre todo consistencia ética y social.

Quinto: Para enfrentar a las derechas latinoamericanas

El concierto se inscribe también en el contexto de la realización de una supuesta cumbre en la que se materializaría la iniciativa del Gobierno de Sebastián Piñera de formar una organización regional para sustituir a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y de la que sería excluida Venezuela. Así, el 22 de marzo llegará a Santiago, por ejemplo, el Presidente de Argentina, Mauricio Macri, cuyo Gobierno ha provocado una enorme crisis económica y social en su país. Estará el Presidente Jair Bolsonaro, un paradigma de concepciones autoritarias, militaristas y patriarcales; que llega a nuestro país cuando en Brasil irrumpen pistas que vinculan a su entorno con el asesinato de Marielle Franco.

En contradicción con la práctica histórica de las relaciones exteriores del Estado de Chile, se pretende instalar “Prosur”, entelequia de naturaleza ideológica, subordinada a los Estados Unidos y que asocia maliciosamente la democracia con el neoliberalismo. Ello a diferencia de UNASUR, que procuraba afirmar una postura independiente de unidad regional y se posicionaba al margen de las contingencias políticas internas de los países integrantes. Se le ha puesto la lápida a UNASUR, cuyo balance es positivo más allá de las dificultades que pudo enfrentar. Todo indica que “Prosur” es sólo un paso adelante en el propósito de las derechas de la región de coordinarse para enfrentar a los pueblos.

Por consiguiente, es nuestro desafío enfrentarlos con las armas de la democracia.

Sexto: Contra el uso político de Venezuela por Piñera y la derecha chilena

Es evidente que la obsesión de Piñera por la situación en Venezuela no se explica por una honesta preocupación por la democracia y los derechos humanos. Se explica, por cierto, por la más que evidente subordinación del Presidente de Chile a las orientaciones estratégicas de Estados Unidos. Pero además tiene una causa explicativa principal en el intento del Mandatario de invisibilizar el incumplimiento de sus promesas de campaña: prosperidad económica y seguridad ciudadana. Los “tiempos mejores” de los que habló cuando era candidato presidencial en 2017, ahora apenas alcanzan para ser motivo de mofa de un talentoso humorista en el Festival de Viña del Mar. Venezuela, pensó Piñera y sus asesores palaciegos, es una buena excusa para distraer la vista de los problemas que afectan a las chilenas y los chilenos, considerando la desproporcionada cobertura mediática que se otorga a los hechos en ese país y la prioridad de Washington por poner fin al Gobierno Bolivariano. Además, pensaron, es un tema que divide a la oposición de centro e izquierda. Por eso no vaciló en partir a Cúcuta cuando aún no se apagaban las tragedias en el sur y el norte de Chile.

El problema es que Piñera se sobregira. Es bien notorio que la población ha comenzado a hastiarse de que los problemas de Chile no aparezcan en el centro de las prioridades de la derecha que hoy gobierna el país y de los medios de comunicación que la respaldan con tanto entusiasmo.

Séptimo: Por la unidad de la izquierda y el progresismo

El concierto “Por el derecho a vivir en paz” se ha transformado en una expresión de unidad de la izquierda y el progresismo: de la unidad deseable y posible para derrotar a la derecha y conquistar un gobierno de transformaciones, que entre otras cosas afirme en materia de política exterior una postura de independencia y unidad de los pueblos de América Latina y El Caribe. En términos políticos, esta actividad es promovida por las Juventudes Comunistas, la Juventud Socialista, el Movimiento Autonomista, el Partido Comunes, Izquierda Libertaria, Nueva Democracia, Juventud Rebelde Miguel Henríquez, Igualdad, Partido Humanista, el Partido Progresista y MAS Izquierda Ciudadana.

En los tiempos históricos que corren, la unidad de los hombres y mujeres de izquierda y progresistas pueden y deben construir un camino de unidad y convergencia, a partir del intercambio fraternal y también de las acciones comunes. Para que vivir en paz sea una realidad, requerimos la unidad más amplia. Es una de las contundentes razones por las que participamos en la organización del concierto y por las que estaremos el domingo 24 de marzo en el Paseo Bulnes.

 

El autor es Cientista Político, ex asesor Gabinete Ministerio de Educación 2014-2017 y miembro de Jóvenes del Partido MAS IZQUIERDA CIUDADANA

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Presione Escape para Salir o haga clic en la X