Señor director:

En estos días, y con casi cuarenta años de diferencia, el Presidente Piñera ha querido reeditar el viejo sueño monstruoso del dictador Pinochet. Esto es, convertir a nuestro país en el eje de la extrema derecha y de la derecha dura de Sudamérica.

Basta con señalar la catadura de los mandatarios invitados ( Brasil, Argentina, Colombia…), a los cuales se han sumado algunos otros candidatos a lacayos del Pentágono como el presidente ecuatoriano y otros, para comprender que el objetivo es concertarse y coordinar lo que nuestro continente tiene de más represivo y de más reaccionario.

Desde luego, como los tiempos no son completamente los mismos, ahora no se trata , como en el Plan Cóndor, de asesinar y de torturar abiertamente a los líderes de los movimientos revolucionarios y progresistas de los años 1970/1980, sino de preparar el aplastamiento del régimen venezolano que por el solo hecho de existir representa un ejemplo que amenaza a los intereses de los privilegiados , es decir, de los patrones y empresarios que nos gobiernan.

Una vez más se disuelve el espejismo de quienes en nuestros países han creído regularmente en la existencia de una derecha democrática, y una vez más, existe la prueba de que las oligarquías políticas y sociales sudamericanas han ligado su destino con quienes controlan el imperio.