Señor Director:
Tirios y troyanos están unidos internacionalmente en su condena al “dictador” Maduro y al gobierno bolivariano. Utilizan para ello exageraciones increíbles, la falsimedia y la post verdad a destajo.
Sin embargo, tienen un talón de Aquiles: son unilaterales, pues para hacer más eficaces sus ataques callan gran parte de la auténtica razón que causa las indecibles angustias y sufrimientos actuales del pueblo venezolano. En efecto, para ellos no existen las maniobras desestabilizadoras de la mayor potencia mundial con sus tenebrosas organizaciones como la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado, entre otras.
Ellos necesitan callar que EE.UU. impone el bloqueo económico y financiero; impide el proceso de refinamiento y producción de petróleo en la refinería venezolana ubicada en territorio estadounidense y bloquea su venta a terceros países; que aplica sanciones sobre las exportaciones de oro y de otros sectores de la economía venezolana y varias más de lato conocimiento pero todas ellas altamente perjudiciales para su economía. Además, no solo callan sino que aplauden las actitudes de Guaidó en Venezuela como el desacato, la subversión y la traición a la patria suficientemente conocidas, comportamiento que en cualquier otro país lo tendría en la cárcel.
Con su poderío militar Estados Unidos ha reclutado, vía chantaje y amenazas, a importantes países junto con otros que se han sumado de buena gana al contar con gobiernos de derecha. Todos ellos pretenden derrocar al gobierno bolivariano y su Presidente Nicolás Maduro mediante la asfixia económica extrema y el sabotaje. Ningún Estado de los que hoy condenan a Venezuela, por muy eficiente que fuera, podría mantener un abastecimiento normal de alimentos, medicamentos e insumos para la población si fuese sometido a tamaña asfixia económica extrema. Es evidente, entonces, que dicha asfixia económica extrema es la principal responsable del cruel padecimiento del pueblo venezolano y de su emigración. Seguramente, el Pentágono y la CIA ven estas consecuencias como un “daño colateral” que bien vale la pena para satisfacer sus espurios intereses capitalistas.
Señor Director, que los partidos de derecha de nuestro país apoyen dichas maniobras es hasta esperable, pero que se sumen personajes que se dicen de “centro izquierda” o izquierdistas a secas es francamente incomprensible.
Ningún país puede recurrir a la asfixia económica extrema solo o con aliados para imponerle su voluntad a otro país en desmedro de su soberanía, menos aun con el propósito de hacerse con sus riquezas naturales para satisfacer ilegítimamente sus intereses nacionales.
Por todo lo dicho, debería iniciarse una campaña internacional que solicite a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, señora Michelle Bachelet, que deje establecido que aplicar la asfixia económica extrema por un Estado, con o sin aliados, en desmedro de la soberanía de otro Estado independiente constituye un delito de lesa humanidad al dañar incluso mortalmente a millones de seres humanos.
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