Respuesta a la columna de Squella-Burgos

  • 10-05-2019

En respuesta a la columna de opinión publicada el 8 de Mayo de 2019 por el Diario UChile, firmada por Arturo Squella, Decano de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas y Daniel Burgos, Senador Universitario, titulada “La paradoja de una ‘toma’ feminista”, la Mesa Triestamental Feminista de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, manifiesta lo siguiente:

Si bien desde el marco jurídico, las “tomas” efectivamente constituyen una ocupación ilegal de un espacio institucional universitario, la interpretación que hacen de dicha acción es, desde el punto de vista teórico-conceptual y de la experiencia del propio movimiento, al menos errónea.

En primer lugar, lo que refieren como “el fin del diálogo posible y la imposición por la fuerza por sobre la razón”, no es más que la constatación de la incomodidad patriarcal frente a una exclusión excepcional en la historia, de los espacios protagónicos de discusión política.

La estrategia separatista que se ha instalado en muchas de las tomas feministas llevadas a cabo en el país durante el año pasado y que se han reactivado en 2019 (particularmente en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas que dirige el señor Squella, debido a la falta de medidas concretas para asegurar a las estudiantes un ambiente universitario libre de acoso sexual), obedece a la necesidad de contar con espacios seguros de intercambio de conocimientos, experiencias, afectos, críticas, en suma de realizar una reflexión colectiva y en profundidad, reconociéndonos como sujetas políticas, enfrentadas a diversos tipos de violencia de género replicada por la Universidad como institución y por las personas que la conforman.

La ocupación, que en la columna se señala como una acción violenta, incluso comparable a un golpe de Estado -sin ninguna rigurosidad teórica, por cierto- significó para las mujeres movilizadas una instancia necesaria de organización. En este sentido, la toma lejos de ser una clausura al diálogo, representa la posibilidad para quienes habían estado históricamente en los márgenes –mujeres, trans, diversidades sexuales, personas no binarias, entre otres.- de tomarse la palabra en sus propios términos.

Así, por mucho que intenten tramposamente invertir el argumento, señalando que las tomas son una expresión patriarcal y que en tal condición serían una “paradoja” al plantearse desde el feminismo, haciendo con ello un llamado al respeto de la institucionalidad y el uso de los canales de comunicación ya agotados, respondemos con las elocuentes palabras de Audre Lorde en 1979 “Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo”.

Asimismo, Judith Butler, a quien descontextualizadamente se cita en la columna, más adelante en el mismo discurso, afirma la necesidad de buscar nuevas formas de relacionamiento y arreglos sociales para vivir una vida libre y sin violencia. Definitivamente los viejos modelos y estructuras, los mismos que permitieron que se asentara una lógica sexista en la enseñanza universitaria denunciada por las estudiantes, no son los que nos permitirán teorizar sobre ese otro mundo posible, por el que la autora feminista aboga. “So many people are struggling to live without violence in a multi-racial and multireligious world, a world where gender and sexual diversity compels us to accept new social arrangements that allow people to live free of fear and harassment, to be part of the evolving complexity of the human community. But to oppose violence and to build a world without violence, we must be able to identify how it works, not only the acts of violence, but the social structures that reproduce and exonerate those acts (…).”[1]

Junto con ello, Butler nos exhorta a comprender el espacio universitario como responsable de fomentar un pensamiento crítico, la reflexión y la lectura para combatir la irracionalidad en la opinión pública. Para hacerle justicia en sus propias palabras: “the university has to be created as a site for critical thought, a space and a time for reflection, for reading, for collaboration, and for being transformed by one another as we read and think together. When panic and irrationality move public opinion, whether xenophobia, racism, or attacks on gender minorities or women, it is, in my view, the obligation of the university to provide a space for thoughtful discussion of how we must act.”[2]

Siguiendo en este espíritu, invitamos también a nutrir la discusión a partir de la lectura de más de un siglo de producción teórica y movimiento social feminista  en todo el mundo y varias décadas de instalación de los estudios de género en la academia y, específicamente, en la Universidad de Chile para superar una argumentación simplista sustentada en definiciones de un diccionario lingüístico.

Coincidimos con lo expresado en la columna respecto a que nos encontramos en un momento clave de transformación social y cultural, en que emergen nuevas actorías, para definir las coordenadas de la vida en común. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que este cambio de paradigma sólo ha sido posible gracias al impacto de las Tomas Feministas.

Mesa Triestamental Feminista Facultad de Ciencias Sociales.

 

[1] Tantas personas están luchando para vivir una vida sin violencia en un mundo multi-racial y multi-religioso, un mundo del género donde el género y la diversidad sexual nos impulsa a aceptar un nuevo acuerdo social, que permite a la gente vivir libre de miedo y acoso, a formar parte de  la dinámica complejidad de la comunidad humana. Pero para oponerse a la violencia y construir un mundo sin violencia,  debemos ser capaces de identificar de cómo opera, no solo los actos de violencia, sino  en la estructura social que reproduce y exonera esos actos. (traducción propia)

[2] La Universidad debe ser creada, como un lugar de pensamiento crítico, un espacio y tiempo para la reflexión, para la lectura, la colaboración, y para ser transformando entre unos y otros mientras y pensamos juntos. Cuando el pánico y la irracionalidad movilizan la opinión pública ya sea Xenofobia, racismo, o ataques a las minorías de género o a las mujeres, es, en mi visión, la obligación de la Universidad de proveer un espacio para la discusión a conciencia sobre cómo debemos actuar. (traducción propia).

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Presione Escape para Salir o haga clic en la X