En Chile, 739.985 niños y niñas se encuentran matriculados en la educación parvularia en sus diferentes niveles, sin embargo, la cobertura sigue estando por debajo de los promedios de la OCDE, que establece un 25 por ciento para sala cuna, y 64 por ciento para niveles medios.
Mientras que en nuestro país esto alcanza apenas el 18 y 43 por ciento, respectivamente, según indicó el estudio 1, 2, 3 Por la Infancia: Programa flexible para el aprendizaje familiar desarrollado por Educación 2020, en alianza con Fundación Arcor.
Mejorar la cobertura es un desafío importante, pues diversos estudios del área han dado cuenta de que la educación parvularia es esencial para la formación de niños y niñas, y que tenerla o no puede marcar serias diferencias en su futuro desempeño académico.
Según explicó a nuestro medio Marcela Pardo, investigadora del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, existe mucha evidencia multidisciplinaria desde hace ya varias décadas “que muestra que la educación parvularia puede ser muy positiva para el desarrollo integral de los niños, es decir, para las distintas dimensiones de su desarrollo, del lenguaje, socioemocional, motor”.
“En este sentido es una tremenda contribución que puede aportar al desarrollo de los niños. La evidencia es bien sólida para los niños de mayor edad, es decir 4 y 5 años, y es más ambigua para los niños menores de 3 años”, explicó.
Además, la investigadora dijo que la educación parvularia tiene un mayor impacto sobre los niños que provienen de familias de escasos recursos, esto porque “contribuye con recursos educacionales que no están presentes siempre en el hogar, de manera que, es por esa razón, que se observa la diferencia de impacto con respecto a niños que provienen de familias cuyo capital cultural y educacional es más alto”.
Por otra parte, la directora ejecutiva de Educación 2020, Alejandra Arratia, señaló que las diferentes investigaciones apuntan a que “la plasticidad neuronal y del desarrollo del cerebro en esa etapa lo convierte en un período de aprendizaje súper importante”.
Y agregó que también existe evidencia de que privar a un niño de acudir a la educación inicial puede marcar mucha diferencia en su desarrollo posterior.
“Hay estudios que plantean que la cantidad de años cursados de educación parvularia es un buen predictor de desempeño académico de la vida, en ese sentido de alguna manera se da una predisposición a desempeños más académicos formales, pero también en términos de socialización, de desarrollar confianza, habilidades socioemocionales, que te permitan guardar el aprendizaje de mejor forma”, comentó.
Sin embargo, ambas expertas en educación apuntaron a que la trascendencia del aprendizaje inicial solo tendrá reales efectos positivos en los niños y niñas si es que se trata de educación de calidad, pues de lo contrario no causará ningún efecto y hasta podría ser perjudicial.
En lo que refiere a los factores a considerar para que la enseñanza inicial sea de calidad, Marcela Pardo mencionó como factor clave a las educadoras de párvulos, en especial que estas cuenten con “estudios superiores especializados y que demuestran prácticas, interacciones con los niños que tienen intencionalidad educativa, lúdica pero educativa a la vez, siguen currículum, enfatizan desarrollo del lenguaje, que se preocupan por fomentar desarrollo de niños en diferentes dimensiones”.
En tanto, la directora ejecutiva de Educación 2020, Alejandra Arratia dijo que “hay aspectos bien básicos que tienen que ver con la infraestructura y con las condiciones en las que están, pero ciertamente hay aspectos bien fundamentales que tienen que ver con el vínculo que deben tener los niños, y un tema que hemos levantado muy permanentemente es la importancia de tener una buena proporción entre estudiantes y educadoras, lo que se llama el coeficiente técnico, cuántos niños tiene a cargo un adulto”.
Los desafíos a enfrentar
Ambas expertas en temas educacionales abordaron también los desafíos que tiene la educación parvularia en nuestro país, y aseguraron que uno de los principales es poder mejorar la cobertura, ampliando así la posibilidad de que más niños y niñas puedan optar al aprendizaje inicial de manera formal.
Por otra parte, la presidenta del Colegio de Educadores de Párvulos de Chile, María Soledad Rayo, también se refirió a este tema en conversación con Diario y Radio Universidad de Chile y señaló que como gremio sienten que el Estado chileno “si bien tiene una larga historia en reconocer a la educación parvularia como parte del sistema de educación inicial, ha faltado el empuje para ir aumentando la cobertura de niños y niñas, acercándose a estándares de países de la OCDE, y aunque hemos avanzado estamos lejos de igualarlos”.
La educadora agregó que “falta llegar a lugares más recónditos con la verdadera educación parvularia que entregue calidad, igualdad, equidad y que permita que los niños se desarrollen en una sociedad que ellos van a tener el deber de transformar y mejorar, pero si no les entregamos los valores, los aprendizajes y el Estado no se hace cargo de prever las necesidades de infraestructura, de material didáctico, de personal o coeficiente de profesionales y técnico, obviamente ese proceso va ser deficiente”.
Por su parte, Alejandra Arratia, directora ejecutiva de Educación 2020, indicó que, además de mejorar la cobertura, es necesario entregar algunos elementos de flexibilidad a esta etapa de la educación para adaptarse así a las demandas de las familias.
“Planteamos modalidades más flexibles en el sentido de que con esas oportunidades las familias vayan ganando confianza”, comentó Arratia. También mencionó entre estos factores de cambio la flexibilidad horaria, matrículas temporales y espacios para asistir con la familia, lo que permitirá el desarrollo de habilidades parentales para que los padres acompañen el desarrollo de los niños.