El exministro Rodrigo Valdés (EM 21/07/2019) pide que en el debate de pensiones prime la racionalidad y no la mitología. No puedo estar más de acuerdo.
Lamentablemente, el exministro reitera el mito fundante del ahorro forzoso: supuestamente resolvería los “problemas de sostenibilidad, dado el envejecimiento de la población”. Éstos se originarían al financiar pensiones con cotizaciones e impuestos corrientes, lo que peyorativamente denominan “sistemas de reparto”.
El gran mito es que las pensiones se puedan financiar de otra manera. En Chile, el fisco gasta hoy un quinto del presupuesto, financiado con impuestos corrientes y deuda, en financiar cuatro quintos del gasto total en pensiones, de las cuales paga directamente la mitad. El sistema de AFP aporta el quinto restante, destinando a ello poco menos de un tercio ¡de las cotizaciones corrientes! Es decir, de acuerdo a la definición OCDE que recuerda el exministro, Chile tiene hoy un sistema 100 por ciento ¡de “reparto”!
Más allá de cómo se calculan y financian sus pensiones, es evidente que sólo los trabajadores activos pueden sostener a sus mayores, con parte de los bienes y servicios que producen cotidianamente. Mantenerlos dignamente ha sido siempre el contrato social de los trabajadores activos con aquellos de los suyos que no pueden trabajar. Este compromiso de cada generación es la única garantía que sus hijos y nietos les devolverán la mano. Como escribe el respetado economista británico John Kay, compensa cualquier pasivo futuro que se quiera calcular al respecto. Felizmente, el incremento de la productividad les permite cumplirlo con jornadas cada vez mas cortas. Promover el incumplimiento de este deber es ciertamente una canallada.
El supuesto “ahorro” de los dos tercios restantes de las cotizaciones, al que hay que restar comisiones y primas netas de administradores AFP, de monto parecido a su aporte a pensiones, en un fondo que oscilando siempre sube, sólo se relaciona con pensiones porque sirve para calcular el modesto aporte “autofinanciado” a las mismas Éste no alcanza a un quinto de las remuneraciones imponibles, tasa de reemplazo que se reduce cerca de un punto porcentual por año. El dinero que registrado en esas cuentas, en cambio, es transferido de inmediato, principalmente al gran empresariado.
La irracionalidad de endeudar al fisco para “ahorrar” convenció para terminar el ahorro forzoso en todos los países europeos que lo habían implementado. Lo más grave, sin embargo, es que constituye una violación flagrante de la regla básica del contrato social secular, de las élites con los trabajadores que crean toda la riqueza: debe respetarse sagradamente aquella parte de la misma que ellos necesitan para vivir dignamente junto a los suyos, incluidos sus viejos.