Argentina: Giro a la derecha en reversa

  • 12-08-2019

La derrota estrepitosa de Mauricio Macri en las PASO argentinas es mucho más que la derrota de un presidente o de una coalición. Desde su llegada señera al gobierno en 2016, se aceleró el declive del ciclo de gobiernos progresistas en América Latina y, a través de él, la derecha y los poderes económicos mundiales concentraron sus expectativas respecto a esta parte del mundo. Hay que recordar el trato predilecto de Estados Unidos con el nuevo gobierno -incluida la visita de Barack Obama a la Casa Rosada-, el acuerdo con los Fondos Buitres para pagar lo que los gobiernos kirchneristas se habían negado a pagar, el trato que volvió a endeudar a Argentina con el tristemente célebre en ese país Fondo Monetario Internacional, y la realización sucesiva de las cumbres de la Organización Mundial del Comercio y el G20, inéditas en esta parte del mundo.

El relato de la campaña de Mauricio Macri fue parecido al de Sebastián Piñera en Chile: el cuestionamiento del supuestamente desastroso estado de la economía, la promesa de que llegaría la inversión con el nuevo gobierno y el conjuro de convertir a los países en nuevas Venezuela fueron consignas usadas exitosamente a ambos lados de la Cordillera. En el caso de Macri, apenas llegado a la Casa Rosada, hizo algo que está en el manual de la política: sobre el supuesto que no se tiene más capital político que en el primer día, tomó las medidas más impopulares en el día 1, eliminando una serie de subsidios y subiendo el costo de los servicios básicos. El mensaje es que el Kirchnerismo se había dado una farra al otorgar beneficios sociales y que era hora de la resaca y de apretarse el cinturón. Al cabo de tres meses, anunció el presidente, la Macroeconomía expresaría números mejores.

Pero aquello nunca ocurrió y hoy todos los números son peores que en el gobierno de Cristina Fernández. Sin subsidios además. Como no había recursos en ese plano que ofrecer para la aprobación del Pueblo, Macri optó por construir un semi – símbolo con la expresidenta. Así, Argentina debía elegir entre el futuro y el pasado, pero no contó con la astucia política de Fernández que, a medio camino entre la estrategia y un extraño gesto de desprendimiento político, ungió a Alberto Fernández y se puso detrás de él. Ahí definitivamente Macri quedó en el aire y sin coordenadas para concurrir a la contienda electoral.

Con todo, no se esperaba la paliza que se manifestó ayer y que dejó a la dupla Fernández-Fernández en el umbral de la victoria electoral en octubre. Con todo el hastío que se sabía había provocado el actual gobierno en el pueblo argentino, no se dimensionó un descalabro para el Macrismo de esta envergadura.

Si a esta situación se suma el rápido deterioro del gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, la crisis del gobierno paraguayo, el favoritismo que tienen tanto el Frente Amplio uruguayo como Evo Morales en Bolivia para las presidenciales de octubre, estaría en cuestión la vigencia del giro a la derecha que algunos analistas vislumbraron. Incluso podríamos incluir en esta tendencia el deterioro de la popularidad del Gobierno de Sebastián Piñera, aunque ya se sabe el estado catastrófico de las oposiciones en el caso de Chile.

Volviendo al principio de este artículo, es posible que todos aquellos poderes que proyectaron un nuevo ciclo en Sudamérica a partir de Argentina recurran a todos los recursos posibles para revertir la situación. Los mercados, el FMI, los diarios Clarín y La Nación, entre otros, se la van a jugar con todo por el Presidente. Sin embargo, el resultado de ayer es tan categórico que ni siquiera un milagro podría revertir la situación.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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