El miércoles, la activista climática sueca de 16 años de edad Greta Thunberg ancló en el puerto de Nueva York tras un viaje transatlántico de dos semanas de duración que tuvo varios momentos tortuosos. Greta predica con el ejemplo: vive su vida tratando de dejar la huella de carbono más pequeña posible. Decidió renunciar a volar como parte de ese compromiso; por ello, para ir de Europa a América del Norte, navegó en un velero de competición que no emite carbono.
El martes, un día antes de la llegada de Greta a Nueva York, otra activista terminó una destacable travesía. Frances Crowe, activista por la paz de larga trayectoria, falleció en su casa en el oeste de Massachusetts, rodeada de su familia, a los cien años de edad. Frances era una revoltosa incansable, una guerrera por la justicia que abrazaba la no violencia. Fue arrestada innumerables veces en protestas contra la guerra, las armas nucleares y las centrales nucleares, entre otras causas.
La partida de una activista de edad avanzada en la víspera de la llegada de otra tan joven simboliza, con un sentimiento agridulce, el traspaso de una antorcha.
Frances Crowe nació pocos meses después del fin de la Primera Guerra Mundial. En sus memorias, “Finding My Radical Soul” (“En busca de mi alma radical”, en español), escribió: “Mi madre me dijo que me llevó a mi primera marcha cuando los soldados llegaron a casa. Era tan solo una bebé, pero siempre tuve la sensación de que la guerra ha definido mi vida”.
Su esposo, Tom, era médico. En una entrevista para “Democracy Now!” del año 2005, Frances describió un momento crucial en su vida, el 6 de agosto de 1945, cuando Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima: “Yo estaba recién casada. Mi esposo estaba en el cuerpo médico del ejército. Me había dicho unas semanas antes que había oído rumores de que estábamos desarrollando esta arma increíble. Él estaba en el mar cuando tiramos la bomba y yo estaba sola en nuestro departamento de Nueva Orleans. Cuando escuché la noticia en la radio, desenchufé la plancha, dejé el mantel que estaba planchando y salí por las calles de Nueva Orleans a buscar un centro de activismo por la paz”.
Desde ese día, con 26 años, hasta su muerte, Frances Crowe nunca cedió en su lucha por la paz y la justicia. Integró los comités de resistencia fiscal contra la guerra que se negaban a pagar impuestos para cubrir el creciente presupuesto del Pentágono. Estuvo en contra del apartheid sudafricano y de la intervención estadounidense en Centroamérica en la década de 1980. También se opuso a las invasiones a Irak y Afganistán en los años 2000. Trepó la cerca del Depósito del Ejército de Séneca y fue arrestada por derramar su propia sangre en un submarino nuclear Trident recién construido justo antes de su traslado a Connecticut para la ceremonia de botación.
El miércoles, en el muelle North Cove Marina de Manhattan, se vio llegar otro tipo de embarcación.
Cientos de jóvenes activistas climáticos vitorearon cuando Greta desembarcó y pisó tierra firme por primera vez en dos semanas.
Al abrir su conferencia de prensa, expresó: “Todavía siento que el suelo está temblando”. Luego continuó: “El cambio climático es una crisis ecológica global, la mayor crisis que la humanidad haya enfrentado. Y si no logramos cooperar, trabajar juntos a pesar de nuestras diferencias, fallaremos. Por eso debemos unirnos y apoyarnos y tomar medidas, porque de lo contrario podría ser demasiado tarde. No esperemos más. Hagámoslo ahora”.
Conocimos a la joven activista en la cumbre sobre cambio climático de la ONU en Katowice, Polonia, en diciembre del año pasado. Greta tiene síndrome de Asperger. A causa de esto, explicó en una entrevista para “Democracy Now!”: “Yo funciono de una forma un poco distinta a los demás. Veo las cosas en blanco y negro. Entonces, supongo que pude ver el mundo con una perspectiva diferente”.
Greta comenzó un día a enfocarse cada vez con mayor atención en el empeoramiento de la crisis climática. Llegó incluso a sufrir de una abrumadora depresión alrededor de los 11 años. En la conferencia de prensa del miércoles, a su llegada a Nueva York, otro joven activista le preguntó qué edad tenía cuando empezó su activismo. Greta contó un poco de su vida: “Descubrí este problema cuando tenía unos 7, 8 o 9 años. Y luego me di cuenta de que era algo realmente muy malo. Y comencé a leer sobre el tema cada vez más. Y cuando tenía 11 años me deprimí. Y una de las grandes causas de esa depresión fue la crisis climática, porque sentí que no había esperanza y que no había nada que pudiéramos hacer y nadie estaba haciendo nada. Salí de esa depresión prometiéndome que haría todo lo posible para cambiar las cosas. Y eso es lo que comencé a hacer. Y comencé a ir a marchas y manifestaciones, y a unirme a organizaciones y cosas así. Pero seguía pensando que las cosas iban demasiado lento, que nada estaba cambiando realmente. Así que, en cierto modo, estaba desesperada por intentar algo, cualquier cosa. Y entonces surgió la idea de la huelga escolar. Y luego pensé ‘sí, podría intentarlo y ver si funciona. Y si no es así, intentaré otra cosa’. Y entonces lo hice y muy rápidamente se volvió algo enorme”.
Esa determinación la llevó a lanzar una huelga escolar por el clima. Faltaba a la escuela todos los viernes para instalarse frente al parlamento sueco exigiendo medidas para prevenir un cambio climático catastrófico. Su protesta se extendió y rápidamente se volvió global. Cientos de miles de escolares en todo el mundo han participado en sus propias huelgas escolares locales en defensa del clima.
Este viernes, Greta se unirá a los jóvenes activistas de Nueva York en su huelga mensual frente a la sede de Naciones Unidas. El 20 de septiembre tendrá lugar una huelga mundial por el clima, que se espera sea una de las mayores protestas mundiales de la historia. Después de eso, Greta emprenderá su camino hacia la próxima cumbre de la ONU sobre el cambio climático en Santiago, Chile, en diciembre. Para llegar hasta allí, explicó lo siguiente: “Voy a intentar llegar hasta ahí pero sin volar, por supuesto, así que habrá un montón de trenes, autobuses y probablemente embarcaciones también”.
El trabajo de Greta como activista apenas comienza. Ella es un ejemplo vivo de lo que dijo Frances Crowe hace no mucho tiempo: “También hay algo más en la vida, la alegría de la lucha, que no ha sido experimentada por la suficiente cantidad de personas. La alegría comunitaria y la alegría de la cooperación, en lugar de la competencia; estos son los valores que quiero perpetuar y compartir con los jóvenes”.
Frances Crowe, descansa en poder. Greta Thunberg, que cargues la antorcha por un largo tiempo.