Señor Director :
Guacolda y Javiera Carrera debieran figurar como ejemplos descollantes en toda historia de la mujer en Chile. La primera , como se sabe, fue la compañera de lucha infatigable de Lautaro, uno de los líderes de la resistencia araucana y, la segunda , fue la resuelta independentista que pagó con la persecución y el exilio su compromiso al lado de sus hermanos José Miguel , Juan José y Luis.
Después de estas figuras femeninas de excelencia hubo sin duda otras como la educadora Amanda Labarca y nuestra poetisa Gabriela Mistral que protagonizaron en la primera mitad del siglo pasado iniciativas de primer orden en la instrucción y en las artes. Luego se asistió al surgimiento de las parlamentarias de origen popular como fueron la senadora comunista Julieta Campusano y la diputada del mismo partido Mireya Baltra, sin olvidar la valerosa dirigente de los años de dictadura y posdictadura que fue Gladys Marin .
Ellas no fueron sin duda las únicas pues otras corrientes progresistas aportaron también unas dirigentas de primer plano, y como no recordar más recientemente el noble y corajudo combate que han sostenido las madres , esposas y hermanas de las victimas del pinochetismo y en particular de las mujeres que han presidido sus organizaciones y sus movilizaciones.
La historia de la mujer chilena , de sus combates y de su compromisos social, es pues larga y por lo menos bastante màs larga que lo que algunos pueden pensar hoy en día. Así , las manifestaciones femeninas multitudinarias que conoció nuestro país en fecha reciente y que no podemos sino que aplaudir y celebrar, deben ser insertadas en esa historia , y no es inútil recordar al respecto las palabras de Salvador Allende en 1970 cuando decía :
“Y serán los trabajadores (……….) los que impidan al mal patrón discriminar en la remuneración que debe recibir la mujer. No sólo será la mujer la que debe defender sus derechos, sino que será la obligación de los trabajadores no permitir, no tolerar, no aceptar que se la explote más” .
Es por ello que no deja de sorprender que sea justamente después de un periodo en que Michelle Bachelet ejerció por dos veces la presidencia que haya explotado la reivindicación feminista con tanta fuerza. Como si con ello se quisiera significar que una mujer en el poder no se traduce mecánicamente por un progreso de la situación del género.
Y este no es el único espejismo, pues es verdad también que si algún día una auténtica liberación de la mujer se alcanza , ella deberá hacerse al mismo tiempo con la liberación del hombre , que como la mujer , son las victimas de esas estructuras de las que hablaba Allende.
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