Apaga la tele, enciende la radio

  • 21-10-2019

Desde el viernes no puedo encender la televisión chilena. Me parece sospechosa e instigadora al terror. No veo una mirada editorial más allá de proteger al auspiciador. Lo que sería comprensible, si el trabajo fuera solo cuidar a quienes pagan hoy auspicios, en días de crisis financiera de los medios. El problema es que los canales de televisión son medios de comunicación antes que empresas y su trabajo es informar. Desde la objetividad. Sin mirar la billetera o quien deja la plata en la cuenta corriente para pagar los sueldos. El “cliente”, hablando de esa forma, sería quien los ve. A ellos se debe un medio. No a quien acepta y paga la factura.

Debo decir que durante un par de años dirigí contenidos de un canal de cable. Por 11 años vi contenidos de radios. Y desde hace 20 años escribo en diarios. Sé cómo nos financiamos y veo con preocupación por mis otros colegas, cómo sólo la radio logra sintonizar con lo que está pasando. Desde esa trinchera que es usar fonos y salir con un micrófono a ver qué pasa, hay calle, hay conexión, hay cordura. Los periodistas de radio, los que no postean canjes, los que no suben fotos con sus fuentes, los que reportean y no esperan que llegue el comunicado, son los que nos están informando. Los periodistas de radio, sin la estridencia de los colegas de tele, están demostrando lo que es nuestro oficio y la belleza de informar. No se le cree al  rostro de tele. No sintonizamos con el notero que aspira a ser rostro de tele. No confiamos en el actor mino que sueña con “hacer radio” para que le salgan más eventos. La radio es honesta, la voz no miente, no hay maquillaje que cubra la falta de mirada propia. La radio es, según estudios, el medio más creíble. Y en esta crisis social, la radio pone mesura e información, donde la tele nos muestra desconexión de la realidad. 

 Hoy, la tele se ha convertido en un grupo de Whatsapp del peor tipo: uno de esos alarmistas, donde se comparten saqueos que no sabemos si son tal; se sorprenden de ver a muchos comprando combustible, cuando la televisión eligió mostrarnos solo eso: consumo desbordado para pelear el desabastecimiento, terror a las alzas de precio, saqueo. Mientras, la radio se sienta a evaluar, a preguntarle a más voces, a cuestionar a las autoridades lo que la prensa de televisión tiene miedo de decir.

No puedo dejar de pensar en lo que pasó en la conferencia de mediodía de los ministros. Un joven periodista de radio ADN preguntó a la ministra Cubillos cómo se le explica a un niño de cuarto básico que el Presidente diga que hoy estamos en guerra. La Ministra miró a sus colegas del gabinete y se abstuvo de responder. Una vez más, frente a lo que la incomoda, opta por retirarse. Y dejarnos esperando que esté a la altura del cargo.Minutos más tarde, una notera le pregunta a un señor que sale de un supermercado, en Canal 13, cómo va todo. Él le dice que Piñera está haciendo mal las cosas. La notera pone tono de molesta y le dice “ya, ya, si está enojado” y va con otro peatón. Este trato paternalista es justamente lo que nos tiene como estamos hoy: con una crisis social gigantesca. Esa distancia y esa mirada infantilista hacia la sociedad; esa que dice “si hablamos de ese tema, no marca”, pero que los tiene hoy mirando que el sábado, marcaron 63 puntos de rating todos los canales al salir a la calle. Es el momento en que los medios deberían enganchar con lo que sus “clientes” piden, optan por desinformar. Porque la información es poder. La radio que siempre ha estado sin esa distancia de lentejuelas y canjes que caracteriza a la tele, está lista. Y se convierte en nuestra compañera, una vez mas. 

Es el momento que la élite entienda lo que queremos. Se los hemos dicho tantas veces, pero nos han ignorado. La tele es un síntoma de eso, con sus sueldos disparados y un rating escaso. ¿Cómo quieren que se lo digamos ahora? La tele no me representa. Los invito a que apaguemos ese medio alarmista y desinformador. Enciendan la radio y apaguen la tele. La información certera, es lo que necesitamos ahora que comenzamos la construcción de un nuevo Chile. 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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