Parece evidente que el futuro nos está demandando “acelerar” nuestra evolución como individuos y como especie.
Lo anterior, derivado principalmente de nuestro presente, en el cual está amenazada la vida en la Tierra.
La evolución natural, tendría dos componentes principales:
- Mutaciones espontáneas
- Selección natural (Darwin)
Las Mutaciones espontáneas requieren un alto número de individuos y un alto número de generaciones de recambio. Si asumimos que la historia humana bordea los 10.000 años (Antes sería prehistoria), y que el ciclo generacional de la especie es de aproximadamente 33 años, habría del orden de 300 generaciones. Habría virus que alcanzan ese número de generaciones en un día, y bacterias que lo alcanzarían en menos de un mes. En consecuencia, y como no podemos “apurar el tranco” en este aspecto, no podemos confiar en que podamos acelerar nuestra evolución basado en este mecanismo – proceso.
La humanidad está llegando a tener 7.500 millones de individuos, número insignificante, si pensamos que cualquier ser humano “contiene” un número mayor de bacterias (necesarias para su vida) en su organismo. Para hacerse una idea: un adulto normal tiene más de 7.500 millones de glóbulos rojos circulando en su sangre.
En consecuencia, tanto el número de individuos y el número de generaciones, no permiten descansar en estos mecanismos evolutivos, al menos en el corto plazo, y ya vimos que 10.000 años es nada.
En la selección natural, en el corto plazo, normalmente el boxeador le gana al ajedrecista, y como no tenemos tiempo para regalarle al ajedrecista, entonces tampoco podemos “apurar el tranco” por esta segunda vía.
En consecuencia, para salvar la vida en el planeta debemos evolucionar en lo intelectual – emocional.
En lo racional, se habla de Inteligencia Artificial, Matemáticas Superiores, Informática, Robótica, etc.
Sin embargo, nuestra especie es emocional, en nosotros “la razón actúa cuando la emoción le da permiso”
Por lo tanto para apurar el tranco y llegar al destino deseado, debemos cultivar y cuidar nuestro mundo emocional.
Si lo anterior fuera verdadero, no se entiende que en nuestro Chile actual, no se valore (y hasta se minimice su importancia) el cultivo de la filosofía y la ética.
Obviamente todo lo anterior está basado en cambios naturales del genotipo, y en superar la imposibilidad de cambiar, naturalmente, el genotipo a la velocidad requerida por la realidad, mediante un desarrollo acelerado de nuestras capacidades emocionales e intelectuales.
Otra cosa es que el hombre decida acelerar el cambio del genotipo por mecanismos no naturales.
También en este, hipotético escenario, es esencial para no extraviar el rumbo, cultivar y desarrollar nuestro ser emocional.
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