Dentro de las propuestas para enfrentar estos graves problemas, se encuentran varias alternativas que abarcan desde continuar con las ISAPRE, contar con un plan o un seguro único o avanzar hacia un Sistema Universal de Salud (Servicio Nacional de Salud).
Un Servicio Nacional de Salud (SNS), del cual nuestro país gozó de una positiva experiencia al haber contado con el segundo SNS del mundo (creado tan solo 4 años después del prestigioso SNS inglés), y al cual se le pueden atribuir parte de algunos de los buenos indicadores promedio de salud con los que cuenta Chile. Este se caracteriza por un financiamiento a través de impuestos generales, dentro de un sistema universal, constituyéndose un solo financiamiento nacional que distribuye los riesgos, sin discriminaciones por edad, sexo o enfermedades. Que se acompaña de un sistema público robusto.
Las ventajas de un SNS son muy relevantes: al representar el financiamiento más equitativo posible (en el contexto de un sistema impositivo de tipo progresivo) y, por ende, más justo en sus resultados sanitarios. El financiamiento está más protegido frente a los ciclos económicos y efectos en el mercado del trabajo. Orientado por los principios de universalidad, integralidad y equidad, asegura el logro de mejorar la salud para todxs, con comprensión de un concepto integral de salud-enfermedad-atención-
En el contexto actual, es propicio comenzar a llevar a cabo las transformaciones que requiere un nuevo Servicio Nacional de Salud, bajo los principios de universalidad, solidaridad, equidad, integralidad, gratuidad y ausencia de lucro.
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