Señor Director:
“Lo peor de esta crisis ya pasó”, dijo el presidente en una entrevista con La Tercera, y es porque la insistencia de esta rebelión se ha reducido a acciones y peticiones que, pese al impacto en el bienestar de las personas, son superficiales; no alteran el modelo que nos trajo hasta esta crisis.
Si bien es cierto que no todos queremos lo mismo, una importante mayoría sí desea un cambio de paradigma, una nueva estructura, el posicionamiento de nuevas ideologías. Pero nosotros mismos favorecemos el surgimiento de frases como la del Presidente, porque nos quedamos en discursos básicos, sin entrar en la complejidad detrás de cada panfleto, fomentamos la reducción de frases y conceptos como: “No + AFP”, “No más abuso”, “Evade”, entre otros. Y utilizo el concepto “básico”, porque las peticiones fácilmente podrían reducirse a entregar más dinero, que es lo que en definitiva sí te da una mejor pensión o una baja del transporte público. Es legítimo querer más, pero lo que ha sacado tanta gente a la calle ha sido la lucha no sólo por mayor dignidad, más bien porque es “ahora o nunca” la posibilidad que tenemos de realizar cambios estructurales, que no responden a una propuesta que viene detrás, más bien responderá a un nuevo relato, un nuevo proyecto, que debemos saber construir. El camino que sigue no estará delineado, pero evidentemente no es este modelo neoliberal del cual fuimos el “conejillo de indias” a nivel mundial y, por lo mismo, corresponde que nuestra sociedad decrete su muerte. No lo lograremos si nuestro slogan se resuelve simplemente con más dinero, bajo la lógica subsidiaria del Estado que estamos cuestionando.
Nuestro discurso debe ir más allá del dinero y responder a una lógica distinta, donde dar garantía al cumplimiento de los derechos de las personas, este por sobre las lógicas del mercado. No puede ser que tengamos comunas como Estación Central donde hayamos permitido el abuso de las inmobiliarias, generando “guetos verticales” que han hecho millonarios a unos pocos, a costas del hacinamiento y mala calidad de vida de miles de personas; u otras donde el reprimir a jóvenes menores de edad, como ocurrió en la Comuna de Santiago, sea la forma de dar respuesta a legítimas peticiones de los estudiantes; o el ignorar el llamado a cuidar el medioambiente en el sector sur de la capital, llegando a permitir que se secara la Laguna Aculeo. ¿Hay pudor en esa persona que llena sus bolsillos en desmedro de la vida de otros? ¿Tan difícil es sentarse a dialogar para escuchar demandas sociales? Es claro que en cada caso, hay responsabilidad política, porque para ellos el mercado, la competencia, el crecimiento económico debe seguir, y no corresponde detenerse para mejorar la calidad de vida de quienes no nos harán más ricos. Eso, se convirtió en costumbre. Ha eso, debemos apuntar.
Podríamos seguir en la lógica de la competencia, de la libertad de mercado, teniendo más subsidio y menos abuso, pero soy de los que creen que lo que buscamos es pasar a una concepción sociocultural basada en el sentido de la colaboración, donde el problema de uno, afecta a otros. Y fue ese pensamiento el que sacó a la calle a Mauricio Fredes, eso seguramente tiene en el fondo de sus entrañas la “Primera Línea”: todo para todos. Por eso asumen ese lugar, ahí se entiende aquel nivel de sacrificio por nosotros, que levantamos el puño mucho más lejos del peligro.
Corresponde cambiar el discurso y apuntar a lo profundo, porque si así lo queremos y creemos, lo peor para usted, Señor Presidente, aún no sucede.
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