¿Se imaginan un proyecto de ley que prohíba a los colegios particulares cobrar un arancel diferenciado –es decir, a pagar una colegiatura hasta tres veces más cara- a quienes tienen un hijo con necesidades educativas especiales? ¿O que los obligue a incluirlos en las aulas, sin importar si tienen un proyecto educacional inclusivo? Ese proyecto va avanzando a ser realidad, y esta semana vivió etapas muy importantes. Este salto gigantesco en la educación inclusiva se vive gracias a muchos, pero sin la presencia de quienes deberían llevar la batuta en esto: el Ministerio de Educación, que como ya sabemos, segrega como política de Estado. Pero esa incompetencia puede resolverse de tras formas. Y eso es lo que hoy, 21 de marzo, día mundial del síndrome de Down, celebramos.
Primero explico por qué hoy es “el día de”. El síndrome de Down es una condición genética, que consiste en tener tres veces el cromosoma 21. Por eso hoy, 21 del 3, salimos en el mundo entero a hablar de ellos, de sus derechos, y de los que aún les debemos. Chile es el país con mayor tasa de nacimientos de personas con síndrome de Down y la cantidad se ha triplicado en los últimos 20 años. Es decir: somos muchos. Y necesitamos el espacio social que hasta hoy se les debe. Como sujetos de derecho, y no como “algo tierno”. No son angelitos, ni bendiciones. Son seres humanos que se merecen todo lo que merecemos todos.
El año pasado, en esta fecha, estábamos tan en otra. Estábamos viendo cómo el gobierno se paseaba hablando de su proyecto estrella, Admisión Justa y ponían como bandera de lucha el mérito y el esfuerzo. Yo, como mamá de una niña con Síndrome de Down, salí a explicar todas las veces que pude que el esfuerzo no se puede asociar con sacarse un 7. Escribí en este mismo sitio una columna donde acusé a la entonces ministra de educación –hoy panelista de matinales- Marcela Cubillos de mentir. Hablaba porque sé lo que es vivir con una persona con discapacidad cognitiva en la familia, y he recibido portazos sutiles y algunos más brutales a la hora de incluirla educacionalmente. Pero este año, hay una gran noticia en términos de inclusión educacional que está pasando desapercibida, y no se lo merece.
El miércoles 18 de marzo, la comisión de educación y cultura del Senado aprobó en general un proyecto de ley que se aplica a los colegios particulares y que permitirá la inclusión de niños y adolescentes con Necesidades Educativas Especiales en las salas. Sí, quisiéramos que fuera universal y no solo para ese 7% de los niños chilenos que está en un colegio particular pagado. Pero yo quiero convertirlo en algo para celebrar. Este proyecto se ingresó a fines de octubre y ha recorrido su camino de forma vertiginosa, si comparamos con la velocidad que andaban los proyectos de ley antes del estallido social. La comisión escuchó a expertos, preguntó razones, e incluso me invitó a mi como mamá para entender nuestra pelea. El miércoles 18, a las 10 de la mañana, me conecté a TV Senado con el corazón apretado. Porque este proyecto es un tema de justicia: todo niño debe tener acceso a la educación, pero también, a la permanencia y egreso. Sin importar su tiene 3 veces un cromosoma, si es parte del Espectro Autista, si es hiperactivo, si vive con una condición que lo convierte en “poco atractivo” para esos proyectos educativos exitistas que se concentran en los números del Simce. El proyecto debe revisar sus indicaciones y luego pasar a sala, pero ya se habla de inclusión escolar entre los senadores. Y entre diputados, como muy bien me consta.
Lo que hace un año, el Ministerio de Educación buscaba convertir en un mantra, que el mérito y el esfuerzo lo tienen quienes llegan con un 7 a casa, es una mentira que comienza a borrarse. Que la empatía entre en las salas. Que las dificultades para aprender sean una oportunidad. Que todos los niños puedan aprender a leer y escribir, por básico que suene. Un alumno que aprende de empatía es un mejor ciudadano. Y eso, sin duda nos hemos dado cuenta, es más que necesario.
Este 21 de marzo yo celebro. Y agradezco a todos los que han trabajado para convertir esto en una realidad. Uno de cada 15 niños tiene una necesidad educativa especial. Hoy, en el día mundial del síndrome de Down, en cuarentena preventiva celebro con mis hijas que vamos avanzando.
Que no se detenga el avance. Que el próximo año, tengamos más que celebrar. Ojalá con un Mineduc presente en la conversación, porque este es un desafío para todos.