La conquista digital en medio de la pandemia

  • 02-06-2020
Si existe algún sector económico beneficiado con esta nueva pandemia del COVID-19, son las llamadas plataformas digitales, las cuales han aprovechado las distintas medidas de confinamiento aplicadas por los gobiernos en el mundo para ampliar su negocio a nivel global. Esto dentro de un marco en donde empresas como Google (Alphabet), Apple, Facebook, Amazon, Microsoft, Alibaba y Tencent concentran el 75% del mercado.

Un capitalismo digital concentrado, el cual se presenta en los grandes medios de información como una economía digital libre, sustentable y segura para los millones de usuarios que la usan diariamente para almacenar datos en la nube, sobre todo en este contexto de confinamiento y teletrabajo, el cual su uso ha crecido explosivamente.

No obstante, esa nube no tiene nada de inmaterial y está generando cada vez más impactos ecológicos. Según estudios recientes, se calcula que el consumo energético en el planeta proveniente del capitalismo digital alcanza el 7% y se proyecta que para el 2040 llegue al 14%. Además, esa nube supuestamente limpia, se sostiene gracias a gigantescas granjas de servidores de datos, ubicadas en Tokio (130.000 m2), Chicago (102.000 m2), Dublín (51.000 m2), Gales (70.000 m2) y Miami (70.000 m2).

Desde las grandes empresas informáticas, nos dicen que se comprometen a usar energías renovables para reducir el impacto de las granjas de servidores, pero no dicen que la huella ecológica va mucho más allá de su descarbonización. El caso del Proyecto Natick, propuesto por Microsoft, instalando en las Islas de Norte un centro de datos al fondo del mar es una muestra de ello, no dimensionando los impactos que podría tener el jugar con los ciclos de la Naturaleza.

A su vez, esa huella ecológica, va acompañada de un proceso de colonialismo y despojo de bienes comunes a los países del Sur Global, ya que la obtención de esos “recurso naturales” es obtenida en países de África y América Latina, para luego desplazarse miles de kilómetros para ser fabricados en Asia y ser consumidos principalmente en Estados Unidos y Europa. El caso de los desechos tecnológicos es un claro ejemplo de cómo ese racismo digital se materializa año a año en África, recibiendo millones de toneladas de aparatos electrónicos de segunda mano, quedándose con todos los tóxicos en sus territorios.
Por último, esta conquista digital, tiene además un fuerte componente de vigilancia y control desde los gobiernos en el mundo, en donde esas mismas grandes empresas digitales les venden aplicaciones de monitoreo con la justificación de que es para prevenir el contagio del COVID-19, abriendo un peligroso camino ante una venta de datos que puede ser usada con fines políticos y económicos (Big Data).
Por todo lo señalado, se abre la necesidad de visibilizar alternativas. El caso del Movimiento del Software Libre es un claro ejemplo de cómo construir una democracia digital, al ver al código como un bien común y no como una mercancía más. De ahí que este movimiento, impulse la idea de soberanía tecnológica, cuestionando la propiedad intelectual de estas grandes empresas informáticas, mediante el uso y distribución libre del código.
Por eso que la crítica del Movimiento del Software Libre al capitalismo digital no sea  muy distinta a la crítica de la Vía Campesina al capitalismo agrario, ya que ambos finalmente están cuestionando el mismo proceso colonial. En consecuencia, se busca democratizar el código, la tierra y el agua, frente a grandes empresas que buscan apropiarse de lo que es de todas y todos, como pasa con Amazon en el plano informático y Cargill en el plano de la alimentación.
En síntesis, lejos de cualquier conspiracionismo, la conquista digital en medio de la pandemia no es otra cosa que la profundización del racismo, el capitalismo y el antropocentrismo, ya que bajo un discurso de economía verde nos busca vender la idea de un mundo sustentable pero sin cambiar sus bases.

Ante esto, se hace necesario entrelazar alternativas desde los territorios, como es el caso de la soberanía tecnológica (software libre) con la soberanía alimentaria (agroecología), ya que solo así se podrán generar opciones de vida realmente sostenibles a la crisis civilizatoria actual.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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