No han sido tiempos fáciles para el sector de las artes. Eso bien lo sabe la actriz, dramaturga y directora teatral, Malucha Pinto, quien, producto de la pandemia, debió suspender cada uno de los proyectos contemplados para 2020: entre esos trabajos figuraba un ciclo de charlas inclusivas y una cantata ciudadana por los 500 años del descubrimiento del Estrecho de Magallanes.
“Todo se cayó”, comenta al teléfono, indicando que la situación que vive el sector teatral es dramática. Aún así, sostiene que no todo ha sido negativo y que, bajo el confinamiento obligatorio, la cultura y las artes se han situado como elementos esenciales.
Por lo mismo, dice sentirse optimista respecto de la etapa que se dará, una vez superada la crisis sanitaria: “Como humanidad, vamos a hacer este salto cuántico de conciencia y vamos a empezar a vincularnos desde otro espacio que tiene que ver con el respeto al otro, con la empatía. Esa es mi esperanza y ahí el arte tiene un lugar protagónico”.
Personalmente, ¿cómo has vivido este tiempo de confinamiento obligatorio?
Ha sido bien de claroscuros. Entrar a un retiro es entrar al silencio, al mundo íntimo. Me di cuenta que estaba en un modo rápido y urgente de habitar la vida, con poco tiempo para estar en calma, para pensar, para reflexionar. Ha sido un tiempo de abrir cajas, encontrar fotos, ver películas del trabajo que hemos hecho, textos que hemos escrito. Ha sido un tiempo para encontrarme con todo un viaje teatral y valorarlo, ponerlo en perspectiva. Ha sido como reencontrarme con la vida entera y abrazar las muchas personas que uno ha sido a lo largo de la vida. Eso ha sido súper interesante. He vuelto a escribir y a estar en familia. Por un lado, lo agradezco profundamente. Por otro, ha sido un abrir la ventana y mirar este país roto, que ya no es un país, porque un país es una comunidad, un tejido social bordado por muchos. De eso no queda nada, prácticamente. La precariedad de este supuesto país de jaguares es muy fuerte. Aquí no hay nada, no hay previsión, salud, protección para los ciudadanos y ciudadanas, no hay autoridades pensantes, amorosas, empáticas. No hay oposición. Esa es una cuestión que duele. Es muy desolador.
¿Cómo percibes el ánimo en el sector?
Es dramático. Hay de todo, como en todas partes, pero en el gremio hay hambre. Hay compañeros que desde hace dos días que no comen. Existe la imagen de estos artistas públicos, más visibles, pero son miles de hombres y mujeres los que hacen el arte en Chile. Después que se han hecho grandes cosas por este país, la gente la está pasando muy mal. Está la convicción profunda de que tenemos que seguir de pie y tenemos que seguir creando desde lo que está pasando, abrazando el desafío de lo que significa crear desde lo desconocido, porque ya no tenemos nada de lo que teníamos. No están los teatros, no están los escenarios, las luces, los amplificadores. Por un lado es fascinante, pero también es tremendo. Entonces, el ánimo también es así.
¿Qué opinas de las iniciativas teatrales vía streaming?
Soy ecléctica. Hay que hacer teatro como sea. Hay que empezar a descubrir el soporte para nuestro favor. Hay que generar espacios, lenguajes. También este es un momento para mostrar la cantidad increíble que tenemos de trabajo que se ha hecho a lo largo del tiempo, porque la gente quiere ver teatro y porque también hay un grupo que nunca vio teatro. Hay que aprovechar lo que está ocurriendo y no morir, porque de qué vamos a vivir los actores. Muchas veces se piensa que esto es un hobbie, pero no, es un trabajo, un oficio. Vivimos, paramos la olla, pagamos los colegios con esto. Necesitamos trabajar como todos.
En este contexto, se ha hablado mucho de que la gente ha regresado al arte, revisitando libros, películas u obras filmadas. Entonces, ¿cómo se explica que la cultura siga considerándose como secundaria?
Tiene que ver con el sistema en que estamos. Al sistema no le interesa la humanidad. Este volver para adentro te vincula con tu esencia, entonces, evidentemente, surge la necesidad de belleza y esta es una belleza que viene con el ser humano, desde el origen. El arte es fundamental y eso es un espacio al que habría que proteger. Necesita presupuesto. Entonces, es bello como hoy la gente vuelve a lo que es esencial.
¿Cómo percibes esa sociedad, una vez superada la crisis sanitaria?
Podría decir mil cosas, pero creo que lo único que nos puede salvar en este momento es la solidaridad y digo salvar, porque el mundo podría declararse en quiebra. Es decir, se quiebra un país en todo lo que es. Lo único que nos puede salvar es la cooperación versus la competencia, la humildad, el vínculo, la comunidad. Tenemos que aprender a construir desde la diversidad, pero, ¿estamos en condiciones de eso?
¿Cómo te imaginas el regreso del teatro?
Lo echo mucho de menos. A veces lloro, extrañando el espacio de la creación con otros, con otras. Juntarse, ir al ensayo, darle vuelta a los textos, crear, inventar tocarse, escupirse… Me lo imagino como una fiesta maravillosa en la que vamos a salir con nuestros vestuarios. Me lo imagino como un carnaval en donde se diga “viva la vida, aquí estamos”. Pero, en lo práctico, quizás de a poco, con distanciamiento.