Sr. Director:
El Poder Ejecutivo, como responsables de garantizar tanto la salud a toda la población, como las posibilidades de mantención en el período de inactividad económica, en especial a la población más vulnerable, debe ser en extremo prudente para abordar las políticas públicas ad-hoc. Ello implica considerar y tomarle el peso a la mayor variedad de factores que puedan estar involucrados directa o indirectamente en esos propósitos. Especialmente en la región Metropolitana, que es donde se ha perdido absolutamente el control. A continuación un repaso detallado de 3 factores a considerar:
Primero, consideraciones ambientales. Entrado el mes de junio, el solsticio de invierno se acerca con las siguientes consecuencias:
- El sol se eleva muy inclinado hacia el norte, lo que se traduce en una menor radiación solar (la radiación UV requiere más tiempo que en marzo para eliminar los virus) y los espacios abiertos tienen sombra durante más horas en el día.
- Disminuye la ventilación de la ciudad.
- Aumenta la humedad.
- Todo esto favorece la propagación del virus, en vez de su eliminación natural en la calle.
- Y además favorece la contaminación atmosférica.
Segundo, la historia reciente indica que:
- La política de cuarentenas dinámicas fracasó, tan cierto como que “se ve un estancamiento de los casos entre 300 y 400 diarios, más cerca de 300” (sic, ministro de salud) fue una quimera que no duró siquiera una semana. En cambio los casos subieron exponencialmente.
- Lo que se ve en los informes epidemiológicos, es que durante los meses de abril y mayo, el efecto de la cuarentena dinámica fue que el virus se esparció por las distintas comunas de la capital.
- Los hospitales están al borde del colapso.
- En todos los inviernos los episodios de contaminación, emergencias y pre-emergencias ambientales, traen consigo una demanda de atención al sistema de salud por enfermedades respiratorios, tal que éste se satura rápidamente.
- La configuración de la metrópolis obliga a sus habitantes a desplazarse de una comuna a otra, muchas veces atravesando varias comunas.
Tercero, lecciones aprendidas:
- No se puede volver a considerar un aparente estancamiento de los casos como un éxito, y por lo tanto, no se pueden relajar medidas sanitarias sólo al ver esta situación.
- La configuración segregada de la metrópolis, hace inviable aislar a unas comunas sí y a otras no. Por lo que no se puede arriesgar nuevamente a la población con cuarentenas dinámicas.
Finalmente, lo prudente y responsable de parte del Ejecutivo, sería concentrar los esfuerzos primero en disminuir los casos, que ayude a aliviar la carga de atención hospitalaria, y eso incluye evitar a toda costa que puedan haber episodios de contaminación ambiental, que se traducirían en problemas de atención de salud, lo más probable, inmanejables. Ello implica que la reactivación económica en la capital debe esperar que pase el invierno (junio-julio al menos), cuando las condiciones ambientales sean menos adversas, y sólo si la cantidad de casos disminuye sostenidamente en toda la metrópolis y no sólo en algunas comunas, cosa que la reactivación y movilidad al interior de la metrópolis no genere contaminación y no vuelva a esparcir el virus.
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.