Después de un exitoso recorrido en festivales, cuyo más reciente hito fue el Gran Premio de la Competencia Internacional del Festival de Cine de Marsella, y de un muy fugaz paso por salas –que se cerraron a los pocos días del estreno a causa de la emergencia sanitaria- llega a la cartelera virtual de Matucana 100 y Centro Arte Alameda, el premiado documental “Visión Nocturna”.
Armar un discurso cinematográfico desde el trauma es un desafío doloroso para quien construye, pero puede transformarse en un interesante ejercicio de empatía y una revelación para quien mira. El primer largometraje documental de la realizadora Carolina Moscoso se moviliza a partir de la violación de la que fue víctima, una noche en Papudo, casi una década atrás. Con material registrado cerca de la fecha del crimen y a la que se va sumando imágenes más recientes, la realizadora va construyendo un relato en que intercala el proceso legal de denuncia y seguimiento del caso, con sus propias reflexiones acerca del hecho y sus consecuencias.
El resultado es una obra que, entre otras cosas, cuestiona las pericias y el trato de los profesionales de la salud frente a una situación como ésta, relatando -por ejemplo- que la doctora que verificó las lesiones dos horas después de ocurrido el hecho se negó, inicialmente, a darle a la víctima la pastilla del día después argumentando que ella estaba contra el aborto. La idea de la «víctima perfecta» que va a saber cómo reaccionar y que decir para entregar los datos apropiados para la investigación, se contrapone con la realidad de una joven en shock, adolorida y asustada frente a una de las peores situaciones que le pueden suceder a una persona.
La propuesta sonora de esta cinta permite acercarse a los estados anímicos de quien relata, mezclando efectos sonoros con la música original compuesta por la reconocida cantautora Camila Moreno. El material audiovisual es irregular y, en algunos casos difícil de seguir, porque gran parte de él está filmado desde la intimidad de la realizadora, mostrando su cotidiano y poniendo especial énfasis en las escenas nocturnas registradas con la posibilidad que entrega el efecto de la cámara para filmar en la oscuridad, iluminando aquello que -naturalmente- aparece oculto en la noche. No es fácil ver “Visión Nocturna”, además de enfrentarnos a un hecho dolosamente común del que no nos gusta hablar, pone al espectador a acompañar a la sobreviviente en el proceso ambivalente de enfrentar y cerrar esta etapa, a través de un discurso que en momentos es caótico y que da cuenta de la confusión y el trauma generado por un hecho que lo cambia todo.
A pesar del avance del feminismo y todos los esfuerzos de los movimientos de mujeres, la violencia de género sexual y simbólica sigue siendo una parte brutal de nuestra cotidianeidad, lo que ha quedado tristemente comprobado con el impresionante aumento de las denuncias en cuarentena. Es difícil que las cosas cambien hasta que como sociedad nos demos cuenta de la manera en que seguimos formando, excusando y protegiendo violentos. Una estrategia posible para exponer estos hechos es la testimonial que permite desarrollar una conexión tanto con la víctima como con la normalización social y la re victimización que las instituciones hacen de estos hechos. De allí la relevancia de ver y dialogar en torno al valioso y valiente trabajo que constituye “Visión Nocturna”.