Áreas verdes en la ciudad: ¿cómo avanzar hacia territorios más justos?

  • 05-11-2020

Coyunturas como la del 18 octubre, la pandemia por COVID19 y el aplastante triunfo del Apruebo y Convención Constitucional, abren un ciclo de esperanza y renovación que, de la mano del vínculo y la articulación territorial, permiten proyectar un futuro de justicia, dignidad e inclusión. Asistimos al despertar de Chile, en el que juntas y juntos cambiemos la historia. Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece este tiempo de elecciones y construyamos juntos territorios más justos.

Nuestra ciudad es un un claro ejemplo de la falta de justicia territorial. No hay un equilibrio en las oportunidades de acceder a las áreas verdes y esto se refleja en las diferencias entre comunas. En el caso de las Áreas Urbanas, la Organización Mundial de la Salud (OMS), aconseja un promedio de 9m2 de áreas verdes por habitante, sin embargo, en el Gran Santiago 3,7m2, promedio que se reparte en forma inequitativa entre el cono de alta renta y las zonas periféricas del Área Metropolitana. Diversas acciones, la mayor parte de ellas aisladas, realizan intervenciones no siempre coordinadas, por lo que no se potencian dichas áreas como reservorios ecológicos o su impacto es muy bajo, más aún estudios del Observatorio de Ciudades de la UC, comunas como Las Condes y Providencia tienen más del 70% de su superficie con vegetación, mientras que en Lo Espejo y Renca es menor al 30% ¿Por qué existe un acceso desigual a las áreas verdes en la región?

Actualmente el manejo de áreas verdes y parques se encuentran dentro de las obligaciones del ámbito municipal, por lo que salvo algunas excepciones traspasadas al Parque Metropolitano, la calidad del espacio “verde” es directamente proporcional a los recursos municipales para el cumplimiento de la obligación. Es por este motivo, básicamente de inequidad económica, y por la disgregación administrativa de estas áreas, que ellas permanecen en el ámbito de lo “ornamental” y lo “recreativo” y no logran constituirse en un reservorio ecológico integrado del Área Metropolitana.

¿Qué podemos hacer para avanzar hacia una mayor equidad en el acceso a áreas verdes? La posibilidad de acceder a áreas verdes de calidad, ha sido un problema en el pasado y va a seguir siendo si no contemplamos una mirada de futuro, que sea representativa de las necesidades que han levantado las comunidades, una ciudad a escala humana. La falta de espacios públicos de calidad, afecta directamente a la calidad de vida de gran parte de los santiaguinos, por lo que debemos tomar posición para avanzar en su mejoramiento.

La Región Metropolitana es una fiel expresión del Chile desigual en el que vivimos, centralizado y con enormes desafíos sociales por delante. Para nivelar la desigualdad territorial existente se debe apostar por una mayor inversión en función de indicadores territoriales y entregar más donde se necesite.

En una escala más local, cada comuna puede ser representante de esta misma desigualdad. El caso de San Miguel es decidor, a esta comuna del sector sur y de clase media, vienen prometiéndole expectativas que no se han cumplido. En los albores del 2000 se prometía “un salto al siglo XXI”; luego, el 2012 se hablaba de “ir por más”. Lo último que se ha repetido es que “San Miguel es calidad de vida”. En contraposición, la realidad ha mostrado otra cosa: una explosión demográfica en diez años -37% de aumento, entre el 2002 y 2012- y una de las comunas con menos áreas verdes (octava peor comuna a nivel nacional, en la relación habitante por metro cuadrado de área verde: 1,91 mts2 por habitante), afectando directamente el buen vivir de las personas. Entre 2015 y 2018 San Miguel parecía tener una buena calidad de vida (llegó a ubicarse en el quinto lugar en el índice de calidad de vida urbana, obteniendo puntuación destacada medio ambiente y salud. Sin embargo, el 2019 cayó  y llegó al lugar 17 en menos de un año debido entre otros, a ítemes de salud y medio ambiente. Lo que es coherente en un menor gasto municipal en el índice de calidad de vida urbana en los últimos años.

En pocas semanas, se efectuarán las primarias para gobernadores 2020 y en abril de 2021, tendremos elecciones municipales y regionales, dos grandes oportunidades para enmendar el rumbo de mayor acceso a nuestros territorios. Necesitamos avanzar hacia comunas más inclusivas e integradas, donde se avance en resolver las necesidades más sentidas por las comunidades, se recuperen espacios y bienes nacionales de uso público. Asimismo, la Región Metropolitana tiene que hacerse cargo de la desigualdad territorial y generar estrategias que fomenten más áreas verdes en aquellas comunas que más carecen de estas.

Debemos leer que los diez territorios en donde la opción Apruebo tuvo un triunfo mayor son territorios con conflictos medioambientales. Si miramos y hacemos nuestra esta exigencia de la ciudadanía, las futuras Políticas Públicas que proponemos para San Miguel y que queremos construir alineadas con el nuevo Gobierno Regional, necesariamente tomarán un nuevo rumbo a partir de la crisis 2020. Se deberán situar ante nuevos paradigmas de inclusión, participación y profundidad democrática, necesariamente con un nuevo foco en la infraestructura de relaciones, con una nueva exploración sobre el marco ético en que nos relacionamos. La cultura de la diferencia es lo que debiese ser el eje articulador de nuestra estructura social futura con una infraestructura territorial capaz de incorporar nuevos paradigmas que la hagan más compleja e inclusiva.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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