Día mundial de lucha contra el VIH y SIDA, que el COVID-19 no nos haga olvidar

  • 01-12-2020

Desde los años ochenta, cada primero de diciembre se conmemora el Día Mundial de la lucha contra el VIH y SIDA, y a pesar de que tanto en reportes de la OMS como de ONUSIDA se habla de pandemia, dadas las altas cifras y las consecuencias en las personas alrededor del mundo, parece algo tan lejano a lo que estamos viviendo con la emergencia sociosanitaria del COVID-19. Sin embargo, si miramos las cifras sólo de nuestro país, éstas no dejan de ser preocupantes.

Previo a la pandemia por COVID-19, Salud reportaba un total de 35.037 personas que se atendían en el programa nacional de VIH a través de FONASA (DEIS, 2019). De ellas, un 18,49% (6.477) representaban mujeres y un 81,51% (28.560) correspondían a hombres, por lo que la proporción es de 1 mujer por cada 4,4 hombres. En el caso de usuaries GES 18 (VIH/SIDA) que se atienden en las ISAPRE, se estima que al 2018 son un aproximado de 8.200 personas, cuyo público mayoritario corresponde a hombres entre 25 y 29 años, indicando además que el crecimiento ha sido de manera transversal en la población. (Isapres de Chile, 2018).  El último reporte de Naciones Unidas para nuestro país indica que: si en 2010 había 3.700 infecciones aproximadas, en 2018 hubo más de 6.000, aumentando la tasa de incidencia de 0,22 a 0,27 para el periodo 2010 y 2018 respectivamente. Estas tasas se reflejan en el aumento de 39.000 personas seropositivas en 2010 a casi el doble (71.000 personas) para el 2018, siendo 59.000 hombres y 12.000 las mujeres (UNAIDS, 2019).

Lo anterior se basa en la proyección de la herramienta SPECTRUM de Onusida en base a los casos ya notificados por el ISP; por lo tanto, si al 2018-2019 se contaban oficialmente 35.000 personas en Fonasa y otras 8.200 en el sistema Isapres, obteniendo un total de 43.000 personas que efectivamente saben que viven con VIH, se estima que habría al menos unas 30.000 que viven con el virus y no lo saben. Esto se explica por una multiplicidad de factores: personas que viven con VIH (PVVIH) y tienen la sospecha, pero no quieren hacerse el test; personas que no sospechan y por ello no se hacen el test; acceso a la información de cómo y dónde hacerse los test, así como también barreras económicas al existir múltiples sistemas de salud coexistiendo (Público, Privado, CAPREDENA, Teletón, etc). Por ello, el foco del programa en los últimos 4 años se ha dado para un mayor tamizaje y facilidades para acceder a la toma de muestras.

A pesar de que existen marcos internacionales y lineamientos desde ONUSIDA, y que incluso en la región latinoamericana se cuenta con acuerdos. Como lo ha evidenciado la emergencia sanitaria por COVID-19, estamos lejos de los planteamientos del Consenso de Santo Domingo (CEPAL, 2013) en el que se expresa : “Garantizar una atención integral a las personas afectadas por el VIH/SIDA, en particular a las mujeres, niñas, adolescentes, jóvenes, huérfanos y niños vulnerables, migrantes y personas en situación de emergencia humanitaria, privadas de libertad, indígenas, afrodescendientes y mujeres con discapacidad, acorde con el contexto local”. En estos meses de emergencia sociosanitaria, se ha visibilizado un patrón de problemas que ya se presentaban en emergencias anteriores. En efecto, como se señala en el estudio de Muñoz et al. (2020) en el que participamos, las emergencias muestran las debilidades de las respuestas estatales sobre todo en grupos específicos de la población, entre las cuales las PVVIH pueden enfrentarse a diversas barreras. ¿Qué hemos visto desde la sociedad civil durante la pandemia?

  • “Dilema de la última cama” en Temuco: Desde marzo de este año, cuando se confirmó el primer PCR positivo, la planificación hospitalaria comenzó a redirigir sus esfuerzos y con ello, comenzó también el tortuoso debate sobre el dilema de “la última cama” y a quién se debía priorizar: personas mayores, jóvenes, mujeres o a quién. Fue en ese contexto donde se filtró en la prensa un borrador de una circular que habría sido del Hospital Regional Hernán Henríquez Aravena de Temuco, en que se planteaba priorizar a pacientes UCI que no fueran mayores de 65 años ni personas con un cáncer activo, tampoco personas con alguna insuficiencia cardíaca ni personas VIH en etapa SIDA. Si bien este escrito nunca llegó a ser una resolución oficial, sí encendió las alarmas entre las PVVIH, quienes se sentían vulnerables ante una decisión arbitraria por parte del equipo médico
  • Caso de pastillas fraccionadas en San José : Durante el mes de Abril y en el Hospital San José de la Región Metropolitana, se dió a conocer el caso de una entrega fraccionada (10 de 30 pastillas de TARV) a une usuarie del programa de VIH, lo que no solo roza el límite del no cumplimiento de las garantías de salud, sino que generó más incertidumbre respecto al abastecimiento de TARV en Chile, agudizando la ya creciente incertidumbre que la propia pandemia y la cancelación de horas clínicas habían generado.
  • Desinformación, poca comunicación e iniciativas sin respaldo: Es importante destacar que mientras avanzaba la pandemia, el entonces ministro Jaime Mañalich indicaba que no existía tal desabastecimiento de TARV, y que estos se estaban entregando a domicilio a través de la Atención Primaria de Salud (APS). Lo anterior no sólo no se condice con los procedimientos existentes, puesto que la atención de VIH se da en el nivel secundario y/o terciario (específicamente lo que corresponde a entrega de tratamiento y atención clínica) sino que también demuestra el desconocimiento por parte del poder político respecto del actual modelo de atención en VIH. Sólo el hospital Lucio Córdova en la Región Metropolitana entregó TARV a domicilio, medida no exenta de dificultades, producto de la ubicación lejana de algunes usuaries respecto a la ubicación geográfica del recinto hospitalario. No bastó la voluntad de la institución pues se enfrentó además a un desafío logístico mayor para el recinto considerando sus ya escasos recursos, y su iniciativa no tuvo eco como estrategia nacional con presupuesto adecuado para implementarla.
  • Atenciones tardías, atenciones GES no atendidas, menos testeo: En octubre, CEVVIH realizó un encuentro virtual Colegio Médico (Colmed), con la finalidad de conocer el estado de la red nacional de salud. En la instancia se indicó que el nivel de retraso en las atenciones GES que acumulan a esa fecha es de alrededor de unas 80.000 horas (tomando en cuenta todas las patologías GES, de las cuales el VIH/Sida es la número 18) y al menos, unas 600.000 horas retrasadas de atenciones No GES que por distintas barreras no se realizaron, y se mencionó las complejidades para realizar testeos que han derivado en una baja de esta estrategia. 

Ante este contexto adverso, y como en otros momentos de crisis, la sociedad civil organizada desarrolla capacidades y saberes que en el caso de las PVVIH han sido solidarias y diversas. ¿Qué se ha hecho desde las organizaciones? 

  • Recursos de protección por Tarv: Ante la respuesta reactiva del Estado fue la campaña impulsada por activistas y Onusida a modo de entregar tratamiento mensual por más de un mes, para asegurar abastecimiento a las personas y evitar que tuvieran que exponerse a un potencial contagio por COVID-19. En Chile, la entrega ha sido variable (dos cajas por mes, para el siguiente mes sólo una) y desigual (en algunos hospitales sí y otros no). Por lo tanto, se han presentado diferentes recursos de protección entre los cuales destaca aquél presentado por el reconocido activista Victor Hugo Robles, el “Che de los gays”, quién fue el primero en interponer un recurso ante la falta de información clara por parte del MINSAL. Si bien hasta la fecha se han presentado más de 10 recursos, lamentablemente los fallos son personales y no han generado una entrega de 2 o más meses de manera universal. Finalmente, el recurrir a la justicia habla mucho de la capacidad del Estado para entregar respuestas rápidas y ajustadas a las necesidades de las personas que exigen derecho a la salud. Hay que mencionar que para muches seropositives la entrega multimes es una iniciativa que se requiere estandarizar y mantener más allá del covid-19, de manera urgente.

Por lo anterior es que desde el Círculo de Estudiantes Viviendo con VIH CEVVIH se ha orientado a más de 130 personas quienes no pudieron resolver sus necesidades y consultas en los recintos hospitalarios a los que asistieron. Se ha trabajado en coordinación con otras organizaciones para el apoyo mutuo, así como con el Plan nacional de VIH para resolver casos urgentes que por las cuarentenas y restricciones no han accedido a sus servicios de GES o al test de VIH. También se ha coordinado el acercamiento de más de 25 personas en diferentes meses, junto con los mencionados “lives”, campañas e intervenciones para la entrega #MultiMes. Se debe considerar que CEVVIH es una asociación que se enfoca en realizar un trabajo de redes entre pares para orientar y dar cumplimiento de las garantías que el Estado, a través de sus instituciones, debiese realizar y garantizar sin fines de lucro. 

Entonces, la conmemoración de este año tiene un sentido profundo, así el domingo 29 de noviembre se realizó una actividad que inició en las dependencias del Ministerio de Salud, con un pasacalle que consistía en hacer sonar una extensa red elaborada con frascos de TARV bajo las consignas “Hay plata pa’ los pacos y no pa’ sanidad” o “queremos la cura, no más pastillas”. Dicha red, junto a las personas que la trasladaban y acompañaban se desplazó hasta el Parque de los Reyes, ubicado en la comuna de Independencia, donde se entregaron fanzines con historias alusivas a jóvenes que viven con VIH y su relación tanto con el virus como con el SIDA, presentando perspectivas que no necesariamente se relacionan con el ideario colectivo de la muerte (VIH no es muerte). Una vez concluido este pasacalle, se realizó una tarde de encuentro entre jóvenes que viven con VIH. Y para seguir visibilizando este tema, el día 1 de diciembre, se convocó la “Cicletada Positiva”a las 18.30 desde el Parque Almagro para conmemorar el día de lucha contra el VIH/Sida.

Desde la aparición del COVID, las organizaciones y redes científicas se han organizado como nunca para encontrar una vacuna, al menos día por medio tenemos noticias sobre sus avances o retrocesos, sobre las nuevas pruebas y la amplia competencia existente para su desarrollo. En la misma línea, al igual que las personas que han sufrido la pandemia por COVID-19, nosotres esperamos la cura para el VIH y una reforma del Estado que dé cuenta del respeto irrestricto a los derechos humanos, sociales, culturales y económicos, entre los cuales el derecho a la salud es siempre urgente. 

 

Guillermo Sagredo Leyton, asociado de CEVVIH. Magister © en Gobierno y Gerencia Pública Universidad de Chile.  PhD Paulina Vergara Saavedra

Académica Instituto de Asuntos Públicos, Cluster Reforma del Estado

Universidad de Chile

Miembro GEDDIS y GEPPID-UAH

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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