Ya van 72 años desde que se proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, en esa oportunidad nuestro país no sólo concurrió con la firma, sino que además, uno de los redactores de este documento fue un chileno, don Hernán Santa Cruz, embajador ante la recientemente creada Naciones Unidas.
Los compromisos que se derivaron de la firma de la DUDH por parte de los Estados miembros de las Naciones Unidas, no han dejado de impactar en la vida de los pueblos que propusieron exigirlos para mejorar sus condiciones de vida.
Pero la existencia de los instrumentos de DDHH, de los cuales la Declaración es el texto matriz, no ha implicado necesariamente que los Estados miembros respeten efectivamente los DDHH. Prueba de ello son las violaciones que se han producido en nuestro país en el contexto de la dictadura cívico militar y ahora, de manera especial, en el marco de las movilizaciones sociales en donde se ha evidenciado la sistemática violación a los DDHH.
Una de las preguntas que ha estado presente en el actual escenario de violaciones a los DDHH es por qué se han vuelto a presentar estas situaciones de forma tan cruenta, como si nada se hubiera aprendido de lo que ocurrió en nuestro país.
Las organizaciones de la sociedad civil no han cejado en su labor para la búsqueda de justicia, las acciones de memoria y de promoción de los DDHH han sido múltiples y constantes. También se han promovido instancias de fiscalización para el cumplimiento de los DDHH desde el Estado, ahí están la Defensoría de la Niñez y el mismo INDH, ambas instituciones que han intentado enfrentar las violaciones que se han producido.
Pero todas estas acciones parece que no han impedido que se sigan cometiendo abusos y actos de barbarie.
Todo indica que esta nueva experiencia que estamos viviendo, en materia de violaciones a los DDHH ocurre porque los victimarios y las instituciones que los cobijan no han cambiado desde el período de la dictadura cívico militar. En efecto las instituciones que administran la justicia en nuestro país no han tenido cambios significativos que hayan permitido verdaderas transformaciones en relación al garantizar y respetar de los DDHH, ni los tribunales ni carabineros ni las instituciones armadas se han visto sometidas a un proceso de transformación real que permita garantizar que sus comportamientos actuales y futuros se apeguen al respeto de los DDHH.
Podremos hacer avances importantes en el ámbito de la educación y de la cultura, pero ¿existirá respeto a los DDHH mientras no se produzca una real transformación de estas instituciones? De ahí la importancia de que, en el marco del debate sobre los derechos fundamentales en nuestro país, una de las prioridades sea la reorganización de nuestro ordenamiento institucional de manera que se instalen las bases orgánicas para la vigencia y respeto de los DDHH.
Para construir estas bases, es fundamental que durante el proceso deliberativo se tenga en la mesa de trabajo este texto que hoy recordamos y que tan a menudo olvidamos, la Declaración Universal de DDHH, que nuestro país firmó y ayudó a redactar hace 72 años y con el cual hemos tenido una relación que deja más deudas que logros.
Mario Bugueño, académico del Centro de Estudios Saberes Docentes y Coordinador de Comités de Base de Derechos Humanos Fundación Únete.