El año 2021 será un año, por decir lo menos, desafiante para quienes vivimos en Chile. Por una parte, la humanidad sigue inmersa en una pandemia que ha costado millones de vidas en todo el mundo, y miles en el país. El inicio de la vacunación no implica que los desafíos que esto trae, tanto a nivel sanitario como social, vayan a terminar pronto. Por otra parte, Chile todavía está manejando las implicancias del llamado “estallido social” que se inició en octubre de 2019. En 2021 será fundamental no perder eso de vista, desde exigir justicia y reparación para todas las víctimas de violaciones de derechos humanos, incluyendo garantías de no repetición, hasta denunciar el uso abusivo del derecho penal para perseguir a quienes protestan contra el gobierno. Además, 2021 será un año en que habrá diversas elecciones, incluyendo las presidenciales y parlamentarias, y que se constituirá la Convención Constitucional, iniciando el debate acerca de la Constitución que queremos tener.
En todos estos asuntos hay grandes riesgos, y enormes oportunidades, y en todos ellos es fundamental estar vigilantes para exigir que nuestros derechos humanos estén en el centro de las discusiones. Esto requiere tener la información necesaria para que desde la ciudadanía podamos apoyar determinadas iniciativas, o dar señales de alerta cuando sea necesario, lo que también es difícil en un contexto en que circula muchísima información, especialmente por canales digitales, y esta no siempre es precisa o veraz.
Con los editoriales que publicaremos dos veces al mes, en alianza con la Radio Universidad de Chile, queremos contribuir en aquella dirección poniendo el foco en ciertos temas, considerando los avances y retrocesos, que se den en materia de derechos humanos , entregando información fidedigna que permita a todas las personas informarse y exigir sus derechos.
Para nadie es fácil empezar el año con este nivel de incertidumbre. Por lo mismo, nuestro primer mensaje del año a las autoridades chilenas es simple: la búsqueda de soluciones a la pandemia, a hechos de violencia, al control del orden público, y otros desafíos que enfrenta Chile, no pueden servir de excusa para sacrificar los derechos humanos. Por el contrario: los derechos humanos son parte de la solución.