En 2019 el equipo del Teatro Azares recibió una noticia que marcaría el rumbo de su proyecto: a finales de ese año debían desalojar el edificio de Vicuña Mackenna #602, ya que durante 2020 este espacio sería remodelado para acoger una iniciativa de características comerciales.
Entonces, el ultimátum fue recibido con pesar, ya que con ello se colocaba a prueba la continuidad del recinto que, desde 2014, había procurado difundir trabajos relacionados al teatro infantil, la danza, el folklore y la música.
“En el año 2019 nos pidieron el inmueble, porque los propietarios tenían en mente arrendarlo a un supermercado o a una entidad bancaria. La verdad es que nunca lo tuvimos claro, lo que sí estaba muy claro era que el fin iba a ser comercial, porque en ese momento arrendarlo como teatro no era rentable para ellos y al arrendarlo de forma comercial podían cobrar hasta 10 veces más”, relata Pía Maureira, directora general de Teatro Azares.
“Fue bastante lamentable para nosotros también desde el punto de vista de una sala teatral que tiene más de 70 años de historia. El teatro de Vicuña Mackenna era una de las pocas salas clásicas que quedaban en Santiago. No era un espacio remodelado o adaptado”, comenta la actriz.
Pero pronto surgió una propuesta que terminó por convencer al equipo de Azares: instalarse en el ex Galpón Víctor Jara del Barrio Brasil, espacio que fue clausurado en 2013 por una serie de irregularidades existentes en su funcionamiento. De esa manera, el Teatro inició una larga etapa marcada por la remodelación del antiguo galpón. Todo ello en medio del estallido social y las restricciones que acarreó la pandemia.
El proceso de reacomodo fue difícil y sufrió más de una interrupción, aún así el equipo del Teatro logró sacar adelante el proyecto que hoy enfrenta una de sus últimas etapas. De forma paralela, el espacio también debió levantar una campaña de aportes que sigue vigente: “Debido al estallido social decayó todo el tema económico de la sala, quedamos con muchas deudas. Fue terrible. Pero el año pasado se comenzó a habilitar el galpón y se hicieron las construcciones. Ha sido bastante complicado por todo lo económico y sin poder funcionar”, explica Maureira.
“Ha sido una locura, porque hoy los espacios están cerrando. Cuando empezó todo estábamos en el piso, no teníamos nada y se ha dado la pelea de pura porfía. Es pura pasión. Es decir, el Teatro Azares no puede morir. Hay una historia detrás y hay muchas ganas de hacer un aporte a la cultura”, dice la gestora.
La remodelación al interior del ex Galpón Víctor Jara contempla una sala, un vestíbulo y una cafetería. Todos estos trabajos debieron realizarse desde cero, producto de las condiciones en que se encontraba el inmueble de Barrio Brasil: “Arrendamos un galpón desprovisto de todo. Hoy se está haciendo una conversión eléctrica, pero lo que más nos falta son divisiones entre las salas. También hemos trabajado harto el tema del escenario, pero falta harto. Si todo sale bien y los aportes siguen y seguimos ganando alguna cosa, esto debería estar parcialmente listo en junio. Ahora cuando comience a funcionar de manera normal va a depender de todo el tema sanitario”, afirma Maureira.
Hacia una cartelera virtual y un trabajo territorial
En marzo de 2021, el Teatro también lanzó una convocatoria para sumar a su programación virtual el trabajo de compañías de todo el globo. Así, hoy el espacio posee una cartelera en la que destacan obras de todo Chile y de países como España. En este contexto, la idea fue transformarse en una vitrina para aquellas agrupaciones que, de una u otra forma, se habían visto perjudicadas a raíz de la pandemia.
En ese sentido, la actriz Stephanie Olivera de la Compañía Un día especial señala que, sumarse a la cartelera del Teatro Azares, les permitió, como agrupación, sobreponerse a un momento sumamente difícil en términos de presentaciones y uso de las tecnologías: “En el fondo, nos sentimos super respaldados, acompañados y agradecidos de poder trabajar en estas condiciones (…). Fue enfrentarse a un mundo nuevo, porque no teníamos mucho conocimiento en general de las tecnologías. En redes sí, pero al principio fue bien extraño”, comenta la actriz, quien, en esta oportunidad, será parte de Anita y el Caleuche, montaje que se presentará el 10 de abril al alero de las plataformas de Azares.
Por su parte, el actor César Castro de la compañía Teatro Recreo advierte que a esta altura de la crisis es importante generar un contenido de calidad. De acuerdo a ello, valora cómo Azares ha permitido visibilizar, de manera mucho más profesional, la labor de las compañías teatrales: “El público quiere que esto mute un poco más, que no sea tan hippie desde la casa, sino que a través de la pantalla podamos ver un escenario, iluminación. Ahí está lo complejo”, relata el actor.
“Nosotros llevamos cerca de 10 años trabajando para el pueblo infantil y familiar y esto ha sido nuevo, porque tuvimos que aprender. Veníamos con todo esto de que el teatro tenía olor, música y esos son elementos que uno ya no puede traspasar. Es súper complejo el escenario para las compañías de teatro infantil, porque tenemos que tener otro tinte, un poco más de sutileza para llegar a los niños”, dice el actor, quien en esta oportunidad será parte de la obra Los Tres Cerditos que se presentará el 10 y 17 de abril.
En esta nueva etapa el Teatro Azares también pretende posicionarse en vista de las oportunidades del sector. A la vez, busca avanzar en una labor vinculada, fuertemente, a las comunidad aledañas, creando contenido de acuerdo a las posibilidades e inquietudes del sector. La idea es procurar un trabajo mucho más conectado con el territorio.
Sin embargo, en lo inmediato el reto es concluir con la remodelación del ex Galpón Víctor Jara e ir renovando el contenido virtual de su cartelera. Todo ello con el fin de sobrevivir a uno de los momentos más difíciles que ha tenido que enfrentar todo el gremio de las culturas.