Una semana histórica

  • 11-05-2021

En medio de las tensiones de mediados de la década del ’20 del siglo pasado cuando se fraguaba la constitución de 1925, un grupo de notables y académicos se reunió para entregar propuestas a lo que sería la nueva carta magna de Chile. Si bien presentaron un documento a las autoridades de la época, finalmente terminó engavetado como pasa tantas veces con iniciativas populares en nuestro país.

De las anteriores constituciones mejor no gastar teclado…

Por eso la elección de este 15 y 16 de mayo es histórica. Y no es un lugar común.

Nacida en las movilizaciones populares, la convención constituyente que se va a conformar a partir del próximo fin de semana tiene como misión ni más ni menos que reemplazar a una carta fundamental hecha bajo una dictadura impuesta a punta de balazos, torturas y desapariciones, sin oposición y con un plebiscito descaradamente fraudulento.

Y aunque esta salida no era la que la gente en las calles durante el estallido social quería, fue la que a la larga permitió mantener el statu quo y así evitar una respuesta que algunos advertían que sería “mucho peor” apuntando incluso a una eventual intervención militar.

Lo cierto es que el 15 de noviembre de 2019 se selló en el Parlamento el acuerdo que llevó primero a un plebiscito donde el “Apruebo” se impuso de manera contundente para cambiar la constitución y luego a esta elección donde se definirá a los 155 constituyentes que debió ser postergada de abril para este fin de semana producto de la realidad que nos impone la pandemia del Covid 19.

Pero fue en ese mismo acuerdo de la madrugada del 15 de noviembre en el que se estableció tal vez el elemento más peligroso para las pretensiones populares: el quorum de 2/3 para aprobar los cambios de la carta fundamental. De lo contrario, se mantendrán los articulados que tiene actualmente la Constitución.

Es decir, en el acuerdo se establece una suerte de nuevo binominalismo, ese sistema electoral que rigió durante largos años de la postdictadura que sirvió para que la derecha política bloqueara cualquier iniciativa que tuviera un destello de progresismo.

Para algunos ir a votar es un acto fundamental; para tantos otros -como lo demuestran las estadísticas de los últimos 30 años del Servicio Electoral- simplemente no lo es.

Sin embargo, en esta elección para constituyentes se juegan muchas cosas, entre ellas el país que queremos construir y la relación del pueblo con las autoridades; el establecer demandas fundamentales como el derecho al agua y a la protección del medio ambiente; tener la posibilidad de revocar el mandato de los representantes de votación popular; que los recursos que se producen en regiones aporten más en el desarrollo de esas mismas zonas y también a poner fin al asfixiante centralismo que agobia a millones de personas que viven fuera de la Región Metropolitana.

Fueron cientos de hombres y mujeres, la mayoría de ellos jóvenes, los que perdieron la vista en uno o sus dos ojos a raíz de la represión desmedida desatada por Carabineros luego de las movilizaciones sociales a partir del 18 de octubre de 2019, tal como señalan los informes de varios organismos internacionales, incluyendo el de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Decenas de otros jóvenes chilenos perdieron la vida en las calles producto de esta misma brutal represión. Otros tantos aún esperan encerrados en diferentes cárceles del país por los procesos que se les imputan por participar de las manifestaciones, muchas veces acusados sin pruebas contundentes que avalen las teorías de policías y fiscales.

Es por todos ellos que el fin de semana debemos sumarnos a la mayoría para asegurar un nuevo paso en el camino que la gente quiere abrir para cambiar Chile y transformarlo en el hogar que todos soñamos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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