Resulta más que sabido que recae en las mujeres la mayor cantidad de las tareas de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en nuestros hogares. El estudio titulado “Radiografía al Hombre Cero” elaborado por el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, la ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género (2020) arrojó abrumantes resultados. El 71% de los hombres destinó CERO horas semanales al acompañamiento de sus hijos e hijas en tareas escolares, y un 57% de ellos dedicó CERO horas al cuidado de niñas y niños. Esto también se condice con el estudio “Pobreza de tiempo y Desigualdad: La reproducción del capital bajo una mirada feminista” (Fundación Sol, 2021). Aquí, definieron y fijaron una “Línea de Pobreza de Tiempo” en 67,5 horas de trabajo semanal que corresponde a una jornada y media legal en Chile. Entonces, si una persona trabaja, remunerada y/o no remuneradamente, MÁS de 67,5 horas a la semana sería una persona pobre de tiempo. Uno de los resultados de este estudio es que de las personas que no tenían un trabajo remunerado, el 20% de las mujeres es pobre de tiempo (trabajaron no remuneradamente más de 67,5 horas semanales), mientras que solo el 2% de los hombres lo es.
Aquí está la importancia de los datos que hacen imposible cerrar los ojos y continuar como si nada pasara. Más aun considerando que el aporte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado a la economía del país es del 22% del PIB Ampliado (PIB tradicional más el valor económico de la producción doméstica no remunerada), que para ponerlo en perspectiva, los “Servicios financieros y empresariales” aportaron solo 11,8% del PIB Ampliado (Comunidad Mujer, 2019).
Ahora bien, durante la pandemia muchas familias hemos permanecido en nuestras casas por meses. Algunas manteniendo sus trabajos remunerados, estudios, más el trabajo doméstico que incluye el cuidado de niñas y niños, de personas dependientes y de las múltiples tareas que son indispensables en una casa. En este encierro obligado, para algunos hombres se hizo evidente la extrema carga que recae sobre los hombros de las mujeres y tomaron cartas en el asunto. Comenzaron o aumentaron sus tareas domésticas y así nosotras tuvimos más tiempo para la vida laboral y el cuidado de nuestra salud mental, física y emocional. Es algo más común ver a hombres corresponsables, pero como vemos en estos estudios, aun está lejos de ser suficiente. Esa es la problemática y es grave.
Por otro lado, conocemos también el impacto positivo de contar con referentes. Ha sido investigado científicamente en distintos contextos y esta frase lo resume muy bien a mi parecer, “lo que no se ve, no existe.” El contar con modelos de rol podría traducirse en que sabemos que es algo que podemos lograr, se normaliza y pasa a ser una opción en nuestras vidas. Así, es indispensable contar con referentes en la televisión, escuelas, trabajos, pero también en la casa. Necesitamos políticas públicas que favorezcan la corresponsabilidad, pero también necesitamos que los hombres corresponsables, experimentados o principiantes, se apropien de su deber de visibilizar su rol dentro de las labores domésticas. Un buen ejemplo de visibilización es lo que está haciendo la Fundación Ilusión Viril dirigida por Pedro Uribe en Chile, o “Man Enough” en Estados Unidos, liderado por el actor Justin Baldoni que aborda temas como paternidad, autocuidado y corresponsabilidad. Es tiempo que los hombres se unan y saquen la voz, porque la igualdad de género es tarea de toda la sociedad.
Paulina Segovia Candia
Ms. Ingeniería y gestión Ambiental
Especialista en igualdad de género.
Experta Hay Mujeres