El Tribunal Popular Superior de Justicia de la provincia nororiental china de Liaoning rechazó este martes (10.08.2021) la apelación en segunda instancia del ciudadano canadiense Robert Lloyd Schellenberg, condenado a pena de muerte por tráfico de drogas, y mantuvo el veredicto. A través de un comunicado publicado en su página web, el tribunal decidió “rechazar la apelación, mantener el veredicto original e informar al Tribunal Popular Supremo” acerca de la sentencia a Schellenberg, quien, según afirma, “participó en actividades internacionales organizadas de tráfico de drogas, intentando negociar 222,035 kg. de metanfetaminas”.
Agrega el comunicado que “las pruebas fueron fiables y suficientes y que la condena, sentencia y procedimientos judiciales fueron certeros, adecuados y legales”. Ello, luego que ya en enero de 2019 la Justicia china hiciera pública la sentencia a pena de muerte para Schellenberg, después de la repetición del juicio debido a que la Fiscalía apeló considerando poco severa la pena a 15 años de cárcel que le había sido impuesta con anterioridad.
Para ello, el ente persecutor chino aseguró que “las pruebas sugerían que Schellenberg había estado probablemente involucrado en tráfico internacional de drogas y desempeñado un papel clave en el tráfico de narcóticos”. Basado en tales presunciones y considerando que ellas constituían un aporte de nuevas pruebas incriminatorias contra el canadiense, el tribunal decidió finalmente repetir el juicio.
Hay que tener presente que, de acuerdo con el Código Penal chino, cualquier persona que trafique, importe, transporte o manufacture opio en cantidades mayores a un kilo, o heroína en cantidades mayores a 50 gramos, u otros narcóticos en grandes cantidades, corre el riesgo de ser sentenciado a 15 años de cárcel, cadena perpetua o muerte, además de confiscársele sus bienes.
No obstante, la repetición del juicio se produjo en un momento de alta tensión en las relaciones entre Pekín y Ottawa, ya que solo unas semanas antes, el 1° de diciembre de 2018, Canadá había detenido nada menos que a la poderosa empresaria china Meng Wanzhou, directora financiera del gigante tecnológico Huawei, una detención que se hizo accediendo a una petición de Estados Unidos, cuyo gobierno acusó a la mujer de una supuesta infracción de las sanciones impuestas por Washington a Teherán, en el marco de la complicada relación establecida por Donald Trump contra la competencia comercial de China.
Así fue como apenas unos días después Pekín arrestó a un ex diplomático y a un empresario canadienses -Michael Kovrig y Michael Spavor, respectivamente-, quienes desde entonces son mantenidos bajo custodia en China, siendo ambos acusados posteriormente de espionaje. Aunque fueron juzgados por ese cargo en la primera mitad del presente año, sus sentencias todavía se desconocen.
Por otra parte, el juicio para la extradición de Meng Wanzhou en Canadá aún está en desarrollo en el Tribunal Supremo de la provincia de Columbia Británica, en la costa del Pacífico de Canadá. Meng, cuya liberación ha exigido Pekín de forma reiterada, se encuentra en libertad condicional y vive con su familia en una de las dos mansiones que posee en la ciudad canadiense de Vancouver.
Dadas tales circunstancias, se estima que en ambos casos la tensión entre China y Canadá se ha incrementado únicamente a base de represalias fundamentadas en el hecho que Ottawa fuera solidario con Washington acogiendo su solicitud de detener a Meng Wanzhou.
¿Cuál habría sido entonces su pecado?… Haber hecho caso omiso a la prohibición por parte de Washington de mantener relaciones comerciales con Irán.
(Imagen: RFI – HANDOUT Intermediate Peoples’ Court of Dalian/AFP/File)