Desde tiempo inmemoriales, comenzando por la mitología griega y la Biblia, a la figura femenina se le ha atribuido una gran responsabilidad en las tragedias de la humanidad. Ejemplos emblemáticos son el rol indiscutible de Helena en la Guerra de Troya o de Eva en la expulsión del Paraíso por inducir a Adán a comer del fruto prohibido. Hay una larga lista de mujeres históricamente ‘malas´, baste nombrar solo a algunas: Clitemnestra, Salomé, Cleopatra y Medea; todas ellas representadas por dramaturgos de la literatura clásica universal, desde Esquilo a Shakespeare. Este último representará a las malvadas con su icónico personaje Lady Macbeth, quien no solo sugiere a su esposo matar a Duncan, su rival político, sino también lo ayudará a encubrir su asesinato para así mantener el poder. A este respecto, podemos hacer un paralelo con una figura femenina nacional: la recientemente fallecida Lucía Hiriart de Pinochet. La periodista de investigación, Alejandra Matus, le atribuye una gran influencia sobre su marido en la decisión de imponerse como comandante en jefe de la Junta Militar y tomar por la fuerza el poder. Según Matus, Hiriart exigía a su marido, y a quienes le rodeaban, actuar ‘sin contemplaciones’ en el momento de tomar decisiones políticas y ejecutar las numerosas barbaridades que implicó la dictadura en Chile. Del mismo modo, se ha podido constatar su rol inequívoco en el enriquecimiento ilícito de su familia a través de su gestión de Cema Chile.
Sin desconocer la posible veracidad de la participación de estas figuras femeninas históricas en crímenes e ilícitos, para alivio de muchos, la visión del rol de las mujeres en la política y acontecimientos nacionales ha evolucionado de manera positiva en los últimos tiempos; en la actualidad a ellas se les atribuye una responsabilidad directa también en eventuales triunfos. En las recientes elecciones presidenciales en Chile, la Dra. Paula Daza, que de Subsecretaria de Salud del gobierno de Sebastián Piñera pasó a ser una de las voceras de la campaña del republicano José Antonio Kast, un día antes del balotaje de segunda vuelta, declaró que esperaba que el voto de las mujeres hiciera ganar a su candidato. Días previos, el periodista Daniel Matamala también le atribuía gran valor al voto femenino. En su columna de opinión semanal, establece un paralelo histórico con elecciones de presidentes anteriores recordándonos que, en 1958, el voto de las mujeres había puesto un freno a la izquierda en Chile. Tanto Daza como Matamala ponían énfasis en la preponderancia del rol del voto femenino en el ´porvenir de la patria’.
Y no se equivocaron ya que, solo una semana más tarde, y ya con los resultados concretos del triunfo del representante de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric Font, la periodista Paula Escobar, también en un texto de opinión demostraba, con cifras, que la victoria de Boric por sobre Kast se debió en gran parte al apoyo que las mujeres, principalmente las menores de 35 años dieran al presidente electo más joven de la historia de Chile. Escobar sostiene que las mujeres no podían silenciar su rechazo al programa del republicano Kast, pues su triunfo hubiera significado un ‘inaceptable retroceso civilizatorio para ellas y las disidencias sexuales’.
Efectivamente, las mujeres que salieron masivamente a votar entendieron que cumplen un rol fundamental en la batalla por mantener sus derechos tan difícilmente obtenidos hasta ahora, y frenar, esta vez no a la izquierda, sino los planes de Kast de suprimir el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, beneficiar a las mujeres casadas por sobre las madres solteras y ‘revisar’ la ley de aborto en tres causales. Aunque el candidato intentara tardía e inútilmente retroceder en sus dichos.
La activa participación de mujeres de todas las edades, representadas en las jóvenes diputadas Camila Vallejo y Karol Cariola, así como la relevante incursión en la campaña de Boric de la Dra. Izkia Siches, no solo han enfatizado el liderazgo femenino, sino que también el discurso profeminista del recién electo presidente chileno. Como manifiesta la fundadora de Hay mujeres, María de los Ángeles Fernández en una de sus últimas columnas de opinión: en la actualidad existe una importante ‘ascensión del género’ en la vida política nacional. A su parecer, el deseo de la diputada Vallejo que el Ministerio de la Mujer entre al Comité político constituiría un ´valor agregado a la aspiración de la transversalidad de género en la gestión del Estado’.
Y sí, el papel de las mujeres en la política y debates públicos se ha revalorizado en Chile; desde la obtención del derecho a voto en 1949, pasando por la doble elección de la primera mujer a la presidencia, en la figura de Michelle Bachelet, podemos sentirnos orgullosas de que nuestro voto ha influido en la constante búsqueda por lograr hacer de Chile un país más igualitario y equitativo, convirtiéndonos en ‘agentes de cambios’ positivos y reivindicar, por fin, a nuestra vilipendiada Eva.
Marcia Espinoza Salas
Dra. en Literatura Latinoamericana
Experta Hay Mujeres