Que esto no se vuelva a repetir

  • 26-02-2022

Corría el año 2014 y Rubén Collio y Macarena Valdés abandonaban sus trabajos en la capital para reconectarse con sus raíces ancestrales y dar inicio a una nueva vida conectada con la naturaleza en las cercanías del Río Tranguil, en el sur de Chile.

Era el inicio de algo nuevo. La hermosa biodiversidad del Bosque y el Río Tranguil, sumada a la gran carga histórica de las tierras que decidieron habitar para cuidar y proteger, cimentó el ambiente perfecto para criar una familia de cuatro hijos y hacerse parte de la comunidad local que lleva milenios conviviendo con estos majestuosos ecosistemas.

Sin embargo, un año después de su llegada todo cambió. La empresa de capitales austriacos RT-Global, sin previo aviso a la comunidad, inició la construcción de una Central Hidroeléctrica en el Río Tranguil, entubando más de ocho kilómetros y destruyendo un importante cementerio del lugar mediante la instalación de una sala de máquinas. Macarena y Rubén no lo permitirían.

Juntos comenzaron a informar a la comunidad sobre el proyecto y emprender acciones legales para su detención, tras ello las movilizaciones comenzaron a tomarse las calles de la zona y las acciones de protesta se volvieron cada vez más frecuentes. Pero por atreverse a levantar la voz y proteger ese bello lugar para las generaciones venideras, tanto Rubén como Macarena fueron víctimas de reiteradas amenazas.

El 21 de agosto de 2016, Macarena Valdés recibió una amenaza de muerte por su trabajo en defensa del Río Tranguil. El 22 de agosto fue asesinada en su propia casa y en presencia de su hijo menor, de entonces tan solo un año y medio de edad. Al día siguiente la empresa RT-Global continuó con la instalación del cableado eléctrico de la central a la que su familia tanto se había opuesto.

Desde ese entonces Rubén no descansó. Día y noche trabajó para conseguir justicia tras el asesinato de su más importante compañera de vida y se esmeró en que hechos como estos no volvieran a ocurrir. “Lo único que nosotros podemos esperar de aquí al futuro es que esto no se repita. Es establecer y sentar las bases para que esto no siga sucediendo”, fue lo que nos dijo la última vez que conversamos a propósito de la importancia de que Chile adhiera prontamente al Acuerdo de Escazú.

Escazú es el primer acuerdo ambiental de América Latina y el Caribe y el único en el mundo que incorpora disposiciones específicas para proteger a los defensores de la tierra y del medioambiente, garantizándoles un entorno seguro y propicio para que alzar sus voces contra las injusticias no les cueste la vida.

“Escazú lo que hace es ser una herramienta, ayudarnos”, nos decía Collío. Agregando que: “Es cierto, Escazú no nos va a salvar. Escazú no es el hecho mágico que va a solucionar todos los problemas, Escazú no nos va a poner chaleco antibalas, Escazú no va a hacer que no nos sigan asesinando. Pero es una poderosa herramienta para prevenirlo, y eso no se puede perder de vista”.

El pasado miércoles 16 de febrero Rubén perdió la vida en un accidente automovilístico ocurrido a eso de las 00:40 de la madrugada en la ruta que une Villarrica con Freire, sin antes haber conseguido justicia para su compañera.

Hoy, a días de su muerte, vuelven a cobrar importancia las palabras que alguna vez compartió con nuestra organización: “¿Qué puede haber para que el Estado vaya a compensarnos? Absolutamente nada. No hay nada de lo que ellos puedan hacer que vaya a revivir a Macarena. Lo que pueden hacer es asegurarnos de que esto no le va a seguir pasando a las diferentes personas, a las diferentes mujeres que se atreven a levantar la voz y a los diferentes hombres en los distintos territorios”.

Y para que esto no siga pasando, necesitamos que las futuras autoridades tomen en serio la enorme responsabilidad que recae sobre sus hombros, enmienden los errores cometidos por quienes les antecedieron y firmen y ratifiquen el Acuerdo de Escazú durante la primera semana tras el cambio de mando para garantizar así la protección tanto de la naturaleza como de quienes velan por su cuidado. Hoy esa es la única forma de conseguir que, como decía Rubén: “no se normalice este tipo de violencia” y evitar “que nos acostumbremos a que nos asesinen por defender nuestros derechos”.

Sebastián Benfeld
Coordinador Nacional de Escazú Ahora Chile

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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