En las últimas semanas hemos visto como importantes instituciones de nuestro país, así como autoridades políticas, generan acuerdos de colaboración en áreas de tecnologías y sustentabilidad con la Embajada de Israel. Entre ellas se cuentan el encuentro del alcalde de Valparaíso Jorge Sharp con la embajadora Marina Rosemberg para “intercambiar mirada sobre desafíos comunes en temas hídricos y otras áreas”[1]; el reconocimiento de la misma embajada al actual Gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, por “promover el cuidado del medio ambiente y hacer de Santiago-RM una región más sustentable y verde”[2] así como la reunión que sostuvo la misma embajadora con Ximena Fuentes, subsecretaria de Relaciones Exteriores del Estado chileno.[3]
Ninguna de las personas aquí adherentes podríamos desconocer la importancia de abordar la crisis hídrica actual, o promover el cuidado del medio ambiente, tanto de nuestras entidades académicas, como gubernamentales. La cuestión es que en los casos señalados observamos que la visibilización de estas acciones, supuestamente basadas en articulaciones de colaboración científica, ocultan un objetivo que busca lavar la imagen del Estado sionista de Israel y, a su vez, socavar la legitimidad de los organismos internacionales de derechos humanos, de la ONU y de todas aquellas instituciones que han denunciado los crímenes de lesa humanidad que ha perpetrado Israel diariamente sobre el pueblo palestino. De hecho, la entidad sionista ha sido condenada por organizaciones de Derechos Humanos (Human Rights Watch, entre otros miles), el Derecho Internacional (ONU), Tribunales Internacionales (Tribunal Russel y Tribunal de la Haya) y Amnistía Internacional, por su sistemática violación de los Derechos Humanos de la población palestina y de la instauración de un verdadero estado de apartheid durante los 74 años de sistemática colonización.
Este lavado de imagen es nítidamente observable respecto del tema de las tecnologías del agua. Desde la guerra de 1967 en que el Estado sionista de Israel niega el acceso libre a las aguas al pueblo palestino, haciéndose soberano de éstas en todo el territorio palestino (de sus acuíferos cisjordanos y gazatíes; así como de la parte correspondiente a Palestina del caudal del río Jordán), restringiendo a menos de la mitad la dosis de agua que se entrega por persona en territorio palestino (respecto de la cantidad de agua considerada para cada ciudadano israelí), y además, cobrando más por litro de agua a la población palestina, que a la población israelí[4]. Al mismo tiempo ha desarrollado en todas estas décadas de ocupación una innovación tecnológica en torno al agua – a través de la Compañía Nacional de Aguas Mekorot- que incluso se exporta a otros países, tal como parece estar sucediendo, ahora, con su “colaboración” con las diversas entidades chilenas.
Para Académicos por Palestina, resulta importante subrayar que ninguna tecnología –y menos aún, algún “negocio”- puede ser considerado “neutral”, exenta de cierto contexto histórico, cultural y político: ¿da lo mismo “comprar” tecnología de agua para usar en Chile mientras Palestina es despojada de ella por la misma entidad que la vende? Si toda tecnología no está jamás fuera de sus contextos porque su desarrollo tiene efectos políticos inmediatos, acaso ¿no oculta esta singular colaboración a la nakba palestina, el rostro de miles que por 74 años han sido despojados de sus tierras y a quienes se les ha privado del agua gracias a la violencia colonial israelí? En este registro resulta alarmante observar en las acciones de nuestras autoridades políticas de las últimas semanas una verdadera operación de borramiento del pueblo palestino activada por el Estado de Israel. Mas aún si estas autoridades se reconocen en una cierta tradición “democrática” que, como ha dicho el presidente Gabriel Boric, se caracterizan por respetar irrestrictamente los Derechos Humanos. ¿Cómo se puede decir que se respetan los DDHH si, a la vez, las mismas autoridades colaboran sistemáticamente con el negocio colonial de la entidad sionista?
La aparición de la embajadora israelí junto a las diferentes autoridades chilenas, conjuntamente con el silencio de estas mismas autoridades respecto de la situación Palestina, no hacen más que ejercer una violencia que, a la vez que lava la imagen de la entidad sionista, borra las voces del pueblo palestino en sus 74 años de Nakba que define a la colonización sionista. Las imágenes resultan mas que ominosas: el feliz encuentro de Sharp en Valparaíso para debatir la crisis hídrica, o el feliz reconocimiento a Orrego, por hacer de Stgo-RM una región sustentable, o las conversaciones con la subsecretaria Fuentes no hacen más que ocultar que dichos encuentros están sostenidos sobre décadas de colonización sobre una tierra regada con sangre, exilio y apartheid. Es precisamente el problema ético, inescindible de la cuestión tecnológica y colonial lo que está aquí en cuestión.
Por todas estas razones, Académicos por Palestina repudia la decisión de colaborar con la entidad sionista por parte de las autoridades gubernamentales de nuestro país, llamamos a los diversos actores del país a rechazar cualquier nexo de colaboración con el Estado sionista, a denunciar toda forma de racismo y defender realmente los Derechos Humanos del pueblo palestino y de todos los pueblos.
[1] https://twitter.com/JorgeSharp/status/1536812935787384834/photo/1
[2] https://twitter.com/Orrego/status/1535371336901697538
[3]https://twitter.com/XFuentes/status/1538969062612553728
[4] Véase el informe de Amnistía Internacional: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/la-ocupacion-del-agua-por-parte-de-israel/#:~:text=Territorios%20Palestinos%20Ocupados.-,La%20población%20palestina%20consume%20por%20término%20medio%2073%20litros%20de,de%20la%20Salud%20(OMS)