Esta convocatoria buscó reunir, rescatar y difundir el delicado trabajo de talentosas artesanas que desarrollan el oficio de cestería en diferentes fibras vegetales de sectores rurales de nuestro país, desde el Valle del Lluta a Puerto Williams.
Junquillo, ñapo, pita, quiscal, quilineja y totora, son algunas de las 12 fibras vegetales que dan vida a estas creaciones, inspiradas en las aves que sobrevuelan los más recónditas costas, bosques, humedales y serranías que habitan sus autoras, quienes aceptaron la invitación a participar con mucho entusiasmo y compañerismo.
Desde los bosques de Chiloé, Raquel Aguilar, destacada artesana ganadora del Sello de Excelencia a la Artesanía 2020, trae a Montecarmelo aves confeccionadas con la fibra vegetal quilineja, una raíz trepadora que crece en el profundo bosque nativo del sur y se enreda en árboles como la luma, la tepa y el canelo y que esta artesana extrae tres días después de la luna llena para dar vida a sus obras.
El mismo día de la recolección, la “guardiana de la quilineja”, como dice sentirse la artista, comienza a trenzar con sus manos la fibra, aprovechando la flexibilidad del material para evitar quebraduras dando vida a golondrinas, caracolas y diferentes seres de la mitología chilota.
Frente a este proyecto colaborativo, Raquel señala que, “conocer a artesanas que realizan la misma labor que uno, de tejer fibras, independiente de la técnica, nos une en el mismo sentir sobre el rescate y de alguna manera de guardar la tradición de tejer la naturaleza”.
Otra de las artesanas participantes es Marta Godoy de La Serena, ganadora del Sello de Excelencia a la Artesanía 2019 y que creó para esta exposición una diversidad de aves elaboradas con gran maestría en finas hebras de totora, confeccionado delicados detalles en cada especie de aves, como el característico copete del chincol.
Siempre valorando el legado que le dejó su madre, Marta es la cuarta generación de cesteras de esta fibra, tejiendo su primer canasto a la edad de 8 años.
“Estoy muy orgullosa de poder participar entre tantas maestras artesanas que ponen valor y mantienen nuestro patrimonio cultural vivo, además se destaca cada una de las fibras vegetales. Por otra parte, este proyecto me hizo conectarme aún más con la naturaleza y los cantos y las características de los pajaritos”, señala Marta.
A ellas se le suman otras 16 artesanas que, inspiradas en un elemento en común, “aves endémicas”, estuvieron durante dos meses, elaborando un total de mil pájaros que componen esta instalación artística.
En esta muestra se podrán apreciar las diferentes metodologías de tejido y el tratamiento de la materia prima, que las artesanas han ido aprendiendo de sus antecesoras. El punto de cestería cruzado, chia, tupido, son algunas de las técnicas utilizadas y que, con gran destreza, van entramando estas maestras artesanas.
Los pájaros que vestirán los pasillos de Montecarmelo fueron llegando desde Camarones en Arica, Puerto Saavedra, Quellón, La Serena, Paredones, San José de la Mariquina, Castro, Queilen, Pichidegua, Aysén, Alepúe y Puerto Williams, este último, territorio que habita Julia González del pueblo Yagán, quien envió un pequeño pingüino y un albatros, elaborados en junquillo.
De esta manera, la exposición nace para destacar el valor patrimonial que guardan las artesanas en el antiguo oficio de trenzar, el cual ha sido traspasado de generación en generación y que hoy podremos ver en Santiago. Asimismo, esta exposición busca generar una reflexión en torno a la importancia de las fibras naturales, fuente de trabajo para muchas cultoras que han desarrollado una conexión con la naturaleza de sus localidades, desde donde extraen los materiales para trenzar sus obras.
“Fibras en vuelo” se podrá visitar desde el 12 de agosto de lunes a viernes de 10:00 a 18:00 horas y sábados de 10:00 a 17:30 horas en el Centro Cultural Montecarmelo, Bellavista 0594.