Para nadie es un secreto que Chile es uno de los países con mayor carga laboral en el mundo. Menos lo es para los trabajadores, trabajadoras y sus familias, que son quienes han vivido las consecuencias negativas de tener escaso tiempo para la familia en la semana y, a veces, incluyendo los sábados y domingos.
El intercambio de tiempo de vida por dinero a un tercero es la única manera por la que la mayoría de las personas les es posible acceder a bienes y servicios para sobrevivir en la sociedad. Debemos saber que el trabajo es tiempo de vida que se vende a otro a un determinado precio, para así poder acceder a lo necesario para vivir. Es decir, se debe trabajar para poder vivir lo más dignamente posible y brindar lo necesario para el mejor bienestar familiar. Por ello, el precio a que se venda la hora de trabajo no es una cuestión trivial. Cómo decía Pepe Mujica “cuando uno compra una cosa en el mercado lo compra con la libertad que tuvo que vender para recibir ese dinero con el que se puede comprar”.
Entonces, el precio de la hora de trabajo y la recuperación de tiempo libre es de suma importancia al momento de establecer los parámetros contractuales mínimos de una relación laboral moderna acorde a la época en que vivimos. En esos términos, la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial significa una mayor valoración de la hora de trabajo y una dignificación, justa y necesaria, de la labor de millones de trabajadores y trabajadoras en el país. Al mismo tiempo, significa una recuperación significativa de una fracción de libertad para hacer con ese tiempo lo que a la persona se le dé la gana.
El proyecto de 40 horas presentado en el año 2019 por la entonces diputada Camila Vallejo y la actual diputada Karol Cariola ha sido tomado en serio por la ministra del Trabajo Jeannette Jara, la que poco tiempo después de haber asumido convocó a una mesa de trabajo en la que participaron expertos, académicos, empresarios y trabajadores llegando a importantes conclusiones y consensos para hacer viable un proyecto indispensable para el buen vivir de las familias chilenas.
Por otra parte, la reducción de la jornada laboral también podría significar una mayor empleabilidad para el país ya que esas horas disponibles deberán ser realizadas por otros trabajadores o trabajadoras. Para que esto sea así se requerirá, en un inicio, del apoyo del Estado para que la medida tampoco signifique un desmedro a pequeñas empresas, más aún, en un período de dificultades económicas.
El actual desarrollo civilizatorio y el mayor empoderamiento de las personas en la sociedad obligan a dejar atrás la noción de que el trabajo deforma y esclaviza a los seres humanos. El trabajo es y será siempre fuente para la existencia, pero la calidad de esta dependerá de las condiciones bajo las cuales aquel se realice.
Por otro lado, la reducción de la jornada laboral tampoco deberá significar un perjuicio para las empresas, por lo que las indicaciones que ingrese el Ejecutivo serán claves para que aquellas se adapten en un plazo razonable y con la activa colaboración del Estado puedan mejorar la gestión del tiempo en el trabajo, mediante estrategias efectivas que posibiliten mayor productividad, eficiencia, reputación laboral y menor estrés organizacional.
La reducción de la jornada laboral sin reducir el salario será para Chile un salto significativo en la escala civilizatoria y en la relación de empleados con empleadores, ya que, tradicionalmente siempre se ha buscado aumentar el trabajo excedente sin retribución alguna. Las formas de reducción del salario y prolongación de la jornada laboral son recetas añejas y cuyo impacto ha sido negativo para la vida en sociedad y para el crecimiento económico que, dicho sea de paso, se basa en gran parte en la capacidad de consumo de los mismos trabajadores y trabajadoras y en el uso de tiempo libre que pueden realizar estos para las actividades extralaborales, incluyendo el consumo de bienes y servicios.
Con el proyecto de 40 horas será posible alcanzar la realización laboral, la productividad y por sobre todo la dignidad de recuperar tiempo para uno, para la amistad y la familia.
Luis Cuello Peña y Lillo
Diputado