A propósito de que el presidente Gabriel Boric decidiera no recibir al embajador de Israel en Chile, para la entrega de sus cartas credenciales, luego del asesinato de un menor de edad palestino, resultan bastante injustas las críticas que ha tenido que recibir por parte de algunos sectores.
Lo planteo ya que rápidamente fue tildado de antisemita por parte de la Comunidad Judía de Chile (1), y también de judeofóbico por algunos personajes públicos, como es el caso del abogado Ricardo Israel (2).
De ahí que me parezca profundamente difamatorio, que apelen a un juicio de esa índole tan grave, a alguien que jamás a sostenido un discurso de odio contra el pueblo judío ni ningún otro, sino muy por el contrario, ha defendido de manera irrestricta los derechos humanos en distintos lugares en el mundo.
Es cosa de revisar un poco las distintas críticas que ha realizado Gabriel Boric a diferentes Estados en el mundo, no solo al Estado de Israel por violaciones a los derechos humanos, como son los casos de Colombia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, Estados Unidos, Irán, China y Chile, como lo hizo nuevamente en su discurso en la Sesión Plenaria de la Asamblea General de la ONU (3).
Por lo mismo, la Comunidad Judía de Chile podrá estar en desacuerdo con la crítica de Boric al Estado de Israel, por su carácter colonial y racista contra el pueblo palestino, la cual muchas y muchos compartimos, pero de ahí a tildarlo de antisemita me parece un despropósito.
Lo digo ya que se banaliza el concepto de antisemitismo y se le vacía de contenido, lo que no hace otra cosa que ofender la memoria de millones de judíos que a lo largo de la historia han sido discriminados, humillados, perseguidos y asesinados por el solo hecho de ser judíos.
Además, a modo de comprensión del concepto, si bien el antijudaísmo tiene raíces históricas que vienen desde los inicios de la cristiandad y la idea de que los judíos traicionaron a Cristo, el antisemitismo moderno, originado en Europa en el siglo XIX, tiene ciertas características especiales, ante la formación de los Estados nación modernos.
En consecuencia, el rechazo a los judíos desde la época moderna, no tiene que ver con un rechazo religioso propiamente tal, sino con un rechazo racista, que construyó la idea de que los judíos eran personas apátridas, impuras y no confiables, que ponían en peligro la soberanía nacional, al ser quienes desestabilizaban el orden existente, a través del control de la economía, los medios de información y el dinero, en beneficio propio.
Es cosa de revisar los discursos racistas y conspirativos de parte del Zarismo en Rusia y del Nacionalsocialismo en Alemania por ejemplo, en donde ambos responsabilizaban a los judíos de las crisis existentes, de todos los males y de querer controlar el mundo, como se puede ver fácilmente en Los Protocolos de los Sabios de Sion y en Mi Lucha de Adolf Hitler.
Lo paradójico de todo esto, es que justamente desde ese nacionalismo homogeneizador y racista occidental, nacido en Europa en el siglo XIX, e impuesto al resto del mundo contra los judíos y otros pueblos, que surgió también un movimiento nacionalista judío, llamado sionismo, que luego del genocidio y horror del Holocausto, concretaría el nacimiento del Estado de Israel.
A partir de ahí en adelante, con la creación del Estado de Israel, se construyó desde la negación de un otro palestino, expulsando a cientos de miles de ellos de sus casas en 1948 (Nakba) y colonizando prácticamente todo el territorio, con la ocupación de 1967.
Es desde ese colonialismo israelí, que hasta el día de hoy no ha cesado y se ha profundizado incluso, a pesar de las innumerables violaciones al derecho internacional y condenas desde Naciones Unidas, como manifestó en reiteradas ocasiones la ex Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet (4).
Con esto no se trata de que los judíos en el mundo no tengan derecho a tener un Estado y a vivir dentro de fronteras seguras, como ciertos discursos fundamentalistas islámicos lo plantean, pero eso no justifica el colonialismo de asentamientos y apartheid que se ha implantado en territorios palestinos.
Hace muy bien entonces Gabriel Boric en cuestionar al Estado de Israel por su carácter colonial, lo que no tiene nada que ver con ser antisemita, como plantea de manera infundada la Comunidad Judía de Chile, como también lo ha hecho el gobierno israelí, ante cualquier crítica política de este tipo de alguna persona.
Se podrá decir que ciertas críticas al Estado de Israel se mezclan con argumentos antisemitas de ciertos sectores de izquierda antisionistas, al referirse sobre un supuesto complot judío en Chile, como ha planteado el alcalde de la comuna de Recoleta, Daniel Jadue, en reiteradas ocasiones, pero Gabriel Boric jamás ha señalado su crítica de esa forma racista.
Para finalizar, como persona con apellido de origen judío e hijo de padre judío, me avergüenza mucho que se use el antisemitismo como argumento para descalificar cualquier crítica al Estado de Israel, ya que judíos y no judíos, tenemos el deber de defender los derechos humanos y oponernos al racismo sea donde sea, como lo ha venido haciendo Gabriel Boric todos estos años.
2: https://www.infobae.com/
3: https://www.youtube.com/