Hace bien la diputada Emilia Schneider en reaccionar enérgicamente ante los dichos transfóbicos de su colega Gonzalo de la Carrera, anunciando que recurrirá a todos las herramientas que le otorga la institucionalidad para defenderse. Hacen bien, además, todos sus pares, junto con las organizaciones, que han expresado su solidaridad y han señalado que no tolerarán estas expresiones.
Es correcta a su vez la interpretación de todos los recién mencionados de que con estas acciones De la Carrera no solo está agrediendo a una persona, lo cual ya es grave, sino que está atentando contra el derecho del conjunto de la comunidad trans a existir públicamente y a que sus integrantes sean tratados con el respeto que todos merecemos. Aquello, además de una manifestación de solidaridad humana, requiere una respuesta política.
En su mensaje de este año con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, señalaba que “tenemos que plantar cara a la violencia dirigida contra el colectivo LGBTIQ+; deben ilegalizarse las prácticas perjudiciales; hay que ofrecer justicia y apoyo a las víctimas; y se debe poner fin a la persecución, la discriminación y la criminalización del colectivo”. Todo aquello es, precisamente, lo que procede hacer en este caso.
Según información entregada por ONU Mujeres, se calcula que 2.000 millones de personas viven en entornos en los que las personas LGBTIQ+ son tratadas como delincuentes. Sólo un tercio de los países protege a las personas de la discriminación por su orientación sexual; sólo una décima parte protege a las personas trans de la discriminación por su identidad de género, y menos de uno de cada 20 protege a las personas intersexuales de la discriminación.
Estamos, por lo tanto, frente a una situación que requiere una respuesta categórica del conjunto de la comunidad. No puede haber neutralidad cuando se pone en riesgo desde una de las instituciones de la República un asunto básico para la convivencia y el respeto humanos. Debemos señalar, además y lamentablemente, que éste no es el único ataque transfóbico conocido durante este periodo legislativo, puesto que el diputado Johannes Kaiser, del mismo Partido Republicano que De la Carrera, había emitido dichos de equivalente gravedad hace algunos meses, también contra la diputada Schneider.
Es en este contexto que se ha comprometido dar impulso a un proyecto de ley para cesar de sus cargos a parlamentarios que incurren en actos de violencia contra sus pares. El Congreso Nacional, espacio por excelencia de la pluralidad y la democracia representativa, no debe transmitir el mensaje de que se puede agredir no solo a la persona, sino a la idea distinta. El diputado De la Carrera ya había golpeado al vicepresidente de la Cámara, Alexis Sepúlveda. Es hora de decir basta.